El secreto de Alfa Centauro
Tomado del libro “El Arca”, de Ricardo González
Arriba: Ricardo González en Yungay, con el nevado Huascarán de fondo. Foto: Sol Sanfelice, 2019
En el contacto de Ichic Puna, ocurrido en Yungay, el 12 de abril de 2015, los apunianos me informaron que me hallaba dentro de una nave extraterrestre, emplazada en la base del nevado Huascarán, el más alto de los Andes peruanos. La nave, que había arribado a nuestro planeta como parte de una misión proveniente de Alfa Centauro, funcionaba ahora como una base-laboratorio.
Para que se diera este contacto los extraterrestres habían generado una especie de “puerta entre las dimensiones”, permitiendo que una parte de mí pudiese ser “proyectada” desde la roca de Ichic Puna hasta la ubicación de ellos. Este “mecanismo” de contacto fue ideal, ya que Ichic Puna, un antiguo mirador del Huascarán, es una zona poblada. Afortunadamente, cuando nuestro grupo llegó a este paraje lo halló solitario y silencioso. Como si “algo” estuviese “cuidando” todo el perímetro marcado por los extraterrestres. Hoy en día es imposible estar allí por la proliferación de viviendas.
Pues bien, volviendo al contacto, debo decir que este tipo de experiencias no son nada sencillas de afrontar. A pesar de que Ivika me había anticipado en ese extraordinario “sueño” que tuve en Buenos Aires lo que sería el encuentro, todo mi ser se agitó cuando finalmente me hallé ante ellos. Si bien es cierto no sentía que mi vida corría peligro, ni malas intenciones en estos seres, mi mente trataba de ordenar, asimilar, comprender, este nuevo contacto, que narro en mayores detalles en mi anterior libro (“Los extraterrestres del planeta Apu”, disponible para su lectura gratuita en Scribd).
Con certeza puedo decir que lo más impactante no fue el contacto en sí, sino la información recibida. Una historia que, al margen de resultar sorprendente, encaja a la perfección con viejas informaciones que ya habían transmitido los extraterrestres y nuestras propias sensaciones de que “algo poderoso” nos unía a ellos.
En esta entrevista los apunianos me explicaron que en un futuro la convivencia humana entraría en una crisis global, encendida por la sobrepoblación y atizada por hechos de violencia, discrepancias ideológicas, guerras y por si todo ello fuera poco la explotación irracional de los recursos naturales de la Tierra. El hambre y la confusión campeaban en casi todo el mundo. Esta crisis, que entró en un punto de no retorno, obligó a distintas superpotencias a crear una alianza para preservar la supervivencia de la especie humana. El proyecto, que llamaremos “El Arca”, se basaba en el hallazgo de una nueva tecnología aplicable a la navegación espacial. Se trataba de una fuente de energía, poderosa, mágica, que había sido detectada con los grandes Aceleradores de Hadrones. Los apunianos ya conocían ese “Santo Grial” cósmico. Le llaman Minius, “la partícula antes de la nada”.
“El Arca” procuraba enviar naves espaciales fuera de la Tierra con cientos de astronautas humanos entrenados para colonizar un mundo con condiciones aptas para la vida. Empezar de cero. De acuerdo a los apunianos, estas naves llevaron consigo dos importantes archivos: una “supermemoria”, que reunía la historia, arte, descubrimientos, y todo tipo de aprendizajes de la raza humana, incluyendo cómo esta se desarrolló en el planeta Tierra; y una “supersemilla”, que atesoraba una muestra genética de numerosas especies vegetales y animales de todo el globo.
Pero esta enorme iniciativa no podía asegurar la supervivencia de la población mundial. Solo pudieron enviar a unos cuatrocientos viajeros, que tenían la misión de crear un nuevo hogar del hombre en el espacio. Estos astronautas eran adolescentes, personas muy jóvenes que habían sido entrenadas para este fin desde antes que nacieran... Según los extraterrestres en primera instancia esos viajeros fueron seleccionados por sus antecedentes genéticos, siendo descendientes de importantes hombres y mujeres que destacaron en distintos campos del saber humano. La segunda etapa de la selección fue el entrenamiento al que fueron sometidos desde que nacieron.
El lugar del despegue fue situado en la región de Atacama, en Chile. El objetivo del viaje espacial: el sector cósmico de Alfa Centauro, una estrella doble ubicada a unos 4.2 años luz de la Tierra. En esa coordenada estelar había más de un mundo habitable.
Pero algo sucedió con este viaje.
Las naves de “El Arca”, empleando la nueva tecnología que les permitió acortar la enorme distancia que los separaba de su objetivo -unos 42 billones de kilómetros-, arribaron a Alfa Centauro en una época remota. La distorsión del espacio-tiempo, según la explicación de Ivika, los había llevado hacia una época histórica de Alfa Centauro: cuando esos mundos estaban siendo colonizados por una civilización extraterrestre de aspecto humano. Por si ello fuera poco, los astronautas humanos perdieron buena parte de su memoria al llegar a su destino. Según el relato de los apunianos, las colonias extraterrestres que ya se encontraban allí los rescataron y asistieron. Gradualmente esos humanos se mezclaron con esa raza extraterrestre que genéticamente era compatible. En el contacto, Ivika me explicó que más tarde hubo un “evento” cósmico que permitió a una misión de Alfa Centauro venir a la Tierra. Esta misión estaba conformada por una tripulación mixta: extraterrestres de linaje puro ¾como el caso de Antarel¾, e “híbridos” entre extraterrestres y los humanos que llegaron en las naves de “El Arca”. Ivika sería una de esas mestizas…
Nosotros somos ellos
¿Cómo transmitir todo esto a la gente? ¿Por qué no eligieron a alguien importante, una figura mundial que pudiese ser escuchada? ¿Por qué esa misión de Alfa Centauro vino a la Tierra? ¿Querían evitar el viaje de “El Arca”? Y si fuese así, ¿qué pasaría con los descendientes de los humanos que viajaron? Si el viaje hacia Alfa Centauro no se realiza, ¿Ivika y otros “mestizos” dejarían de existir? Una suerte de paradoja.
Sí, todo esto sonaba como el argumento de una película de ciencia-ficción.
Ante estas dudas, los apunianos me afirmaron que habían contactado a importantes personajes con influencia en el mundo. Pero que ellos tenían otra función. No era parte del plan exponerlos en un comunicado público sobre la presencia extraterrestre. De acuerdo a Ivika, los apunianos decidieron hablarnos de esta historia humana conectada con Alfa Centauro porque los acontecimientos que precipitarán la posterior creación de “El Arca” estaban por darse. Me dijo que comunicara esta información en calidad de testigo común porque desde ese lugar llegaría a mucha gente que necesitaba “recordar”. Me pidieron que estuviese tranquilo, porque pronto habría importantes anuncios científicos que respaldarían nuestro testimonio. Y que luego, nos reencontraríamos en el desierto de Atacama…
Según los apunianos, el objetivo de su misión no era evitar el viaje, sino modificar las condiciones de crisis que lo provocaron. En otras palabras, que la encomienda espiritual del hombre en el planeta Tierra no fracase.
Siempre de acuerdo a estos seres -y advierto que esto será muy difícil de digerir- el viaje hacia Alfa Centauro se hizo en varias ocasiones… Así como se lee… Como si se tratase de un “loop” de la humanidad que se va replicando en distintas membranas de realidad. Y es que los extraterrestres sostienen que vivimos en un multiverso en donde cada experiencia se entremezcla y “alimenta” el tejido que de la creación. El objetivo es cortar ese “loop”, el “momento en que la humanidad se equivocó”, salir de un círculo vicioso para que nuestra experiencia como “especie programada en un mundo escuela” -la Tierra- pueda afectar positivamente a la evolución de distintas civilizaciones cósmicas. No, no es ningún delirio: los avances de la humanidad gracias al estudio de la física cuántica han revelado esos otros posibles universos, distintos planos de realidad que nos conecta, y cómo el cosmos se podría estar organizando a través de la ecuación “información-experiencia”. Pasando esto a limpio: somos seres multidimensionales por naturaleza y los extraterrestres lo saben.
¿Y si el viaje no se hace, “ellos” dejarían de existir? -le pregunté a Ivika en el contacto-. La comandante apuniana me contestó con una calma sobrecogedora:
“Hermano, comprenderán que en el universo nada desaparece, solo se transforma... Volveremos a ser uno”…
Los apunianos me hicieron comprender que la vida de todas las criaturas está enlazada a una fuerza mayor que nos integra. Y que en algún momento volveremos a esa “Fuente”. También entendí el propósito de su misión: no había nada de malo en viajar al espacio para explorar otros mundos. El asunto son las condiciones de ese viaje: una situación de emergencia que nos obliga a huir del planeta y dejar a los otros a su suerte. Ese es el escenario a evitar para no repetir patrones.
El mensaje de Hawking
¿Qué decir? La experiencia de aquel imborrable 12 de abril de 2015 me sacudió hasta los cimientos. Considerar la extraordinaria revelación de Ivika y los apunianos me producía una enorme inquietud: aquello de que en un “futuro” nuestra civilización humana se vea empujada a abandonar la Tierra para buscar un nuevo hogar en el espacio. Como ya dije, las guerras humanas, la sobrepoblación y una mala convivencia habría empujado la decisión de buscar una alternativa fuera de la Tierra. La situación era insostenible y había empeorado a raíz de un desastre de origen cósmico en el hemisferio norte que empujó a una masiva migración hacia el sur. Así nació el ya citado proyecto de “El Arca”, en donde un grupo selecto de jóvenes astronautas son enviados al sistema de Alfa Centauro para volver a empezar. En esa región cósmica colonizarán un exoplaneta con características ideales para albergar vida, una “Tierra Dos”. Según Ivika, para encarar este proyecto, algunas potencias formarán una coalición internacional. Esta coalición establecerá su plataforma de despegue en el desierto de Atacama, para ser más preciso, en la meseta de Chagnantor, que está situada a cinco mil metros de altura. De acuerdo a los apunianos la base de “El Arca” se levantará en el mismo lugar en donde hoy funciona el radio observatorio ALMA.
De esta forma empezó aquella historia “humana” de los “apunianos”, ya que los descendientes de esa misión espacial hacia Alfa Centauro serían algunos de los “extraterrestres” que están en operaciones en la Tierra. Vienen del “futuro” y al mismo tiempo del “pasado”. Es decir: que nosotros, en cierta medida, somos “ellos”.
Sé que este mensaje recibido en el encuentro cercano en Perú suena a una locura. Pero confié en Ivika y los apunianos y lo compartí en distintas entrevistas en medios de comunicación y en mis libros sobre este asunto, que ya reúnen a más de cien mil lectores solo en habla hispana, además de las traducciones al inglés, alemán, italiano, francés y portugués. El mensaje, pues, había sido ampliamente compartido. Ivika insistía en que confiara y siguiera difundiendo porque habría una importante confirmación a boca de reconocidos científicos. Y así fue: el 12 de abril de 2016, exactamente un año después del “mensaje apuniano” -y con mi anterior libro sobre Apu y este mensaje ya publicado-, el respetado y célebre científico británico Stephen Hawking anunciaba en conferencia de prensa, desde Nueva York, un proyecto espacial para investigar con microsondas el sistema de Alfa Centauro (misión llamada Breakthrough Starshot, “disparo estelar”). ¿Su motivación? Para Hawking era el lugar ideal para empezar un nueva morada humana. Su equipo científico deseaba explorar esa zona espacial con las citadas microsondas para estar seguros de los pasos siguientes de la planificada colonización…
Por si esto fuera poco, Hawking afirmará más tarde en el documental Expedition New Earth (Expedición Nueva Tierra) de la BBC, que la humanidad solo tiene cien años para irse de la Tierra…
Ese fue su último gran mensaje antes de morir el 14 de marzo de 2018.
La advertencia de Ivika, pues, se había cumplido a rajatabla. Estábamos contemplando el inicio del programa espacial secreto hacia Alfa Centauro.
Quien quiera oír que oiga…
A propósito, “Chajnantor”, en la lengua nativa local de Atacama, significa: “El lugar del despegue”…
Recuerdos del “futuro”…