Este breve artículo es para abordar un tema complejo y polémico: la fotografía de un sorpresivo personaje en medio de nuestro campamento en el desierto de Atacama. La imagen, lograda por Francisco Muñoz el 24 de septiembre de 2016, llegó a mi mesa de trabajo por intermedio del investigador Pablo Zárate. Ambos son chilenos. Los conozco personalmente y puedo dar fe de la seriedad y prudencia con la que se manejan. Por esa misma razón esta imagen estuvo “congelada” en mis archivos durante meses, tiempo en el que la sometí con mi equipo a una serie de filtros y consulté opiniones de distintos fotógrafos. Zárate, por su lado, hizo lo mismo, y siendo él quien me facilitó la imagen le he pedido que escriba un reporte que adjunto líneas abajo.
Los pormenores
Analizar una fotografía relacionada a experiencias de contacto es un terreno resbaladizo. Si el análisis lo hace un equipo de personas que afirma haber vivido estas experiencias de contacto –nuestro caso–, los críticos argumentarán, no sin cierta razón, de que el análisis no será objetivo. Caso contrario, si el equipo que estudia la fotografía está ajeno al tema extraterrestre –tema del que, dicho sea de paso, se considera escéptico–, el análisis realizado adquiere un mayor marco de veracidad, aunque los testigos de contacto miren esto con recelo pues piensan de que los escépticos nunca admitirán una imagen anómala. En muchos casos es así, pero no en todos los escenarios.
Dicho esto, todo estudioso de las imágenes que surgen de experiencias de contacto sabe que la aplicación de filtros en una computadora no es suficiente. Los datos duros son los datos duros, pero cuando estos no son concluyentes es importante echar un vistazo al contexto de la imagen.
La fotografía, como ya dije, fue tomada en el desierto de Atacama. En el campamento había unas 328 personas de distintos países. En esta gran reunión, celebrada en el predio de “Wayra”, cerca al pueblo de San Pedro de Atacama, se desarrollaron distintas pláticas y presentaciones, como la de la reconocida investigadora ítalo norteamericana Paola Harris, la de la Dra. Ana María Barón –una autoridad en el mundo de la arqueología chilena–, y este servidor. Además, en esta reunión se llevaron a cabo prácticas holísticas, basadas en ejercicios de respiración, concentración y meditación. Las dos noches que permanecimos en ese lugar se observaron distintos objetos anómalos evolucionando en el cielo. No correspondían a satélites, Iridiums flare y mucho menos la ISS. Aquellos objetos interactuaron con la gente a través de destellos inteligentes. En ese contexto Francisco Muñoz tomó la fotografía.
Aunque suene increíble mencionarlo, en ese momento sentí una voz en mi cabeza, clara y sin acento, decirme en perfecto castellano: “Estamos ahora mismo entre ustedes, observando, pero no nos busquen porque no nos encontrarán”. Acto seguido los perros del lugar empezaron a ladrar hacia un sector en donde, para nosotros, no había nadie. Parecían advertir una presencia allí. Algo que nosotros no podíamos ver pero sí los canes. Fue un momento, luego se tranquilizaron. Es importante mencionar que los animales no se pusieron agresivos, solo marcaron de que había “alguien” allí. ¿Quién? Decidí entonces comentar abiertamente la experiencia al grupo. Es difícil describirlo pero en ese instante se respiraba algo poderoso en la zona. No era una “sugestión colectiva” –la típica muletilla de los detractores de estas experiencias–; ciertamente algo extraño estaba pasando en medio del avistamiento de esas “luces” en el cielo. Este fue el preámbulo de la fotografía de Muñoz.
Él lo comenta así en un audio que nos hizo llegar:
“Esto fue la segunda noche, cuando se hicieron las meditaciones en San Pedro de Atacama con Ricardo. Y hubo un momento cuando empezaron a ladrar los perros y Ricardo decía que a ojos nuestros no los veíamos pero al ojo de los animales se ven.
…Y hubo un momento también en donde una señora que estaba sentada más adelante se desmayó y cayó al piso. En eso, en que yo estaba en la última fila, empezaron a pasar estas naves por el cielo, y mi intención fue tomar una foto de ellas. Si no recuerdo mal me paré y tomé las fotos...
Y la verdad es que me salieron tan oscuras las fotos que dije, bueno, no salió.
Dos semanas después, revisando las fotos, vi una mancha blanca, y la empecé a acercar y bueno, era un rostro que se veía de forma clara…”
Un detalle no menor es que Francisco Muñoz mide alrededor de un metro ochenta. Tomó su celular Samsung y estiró los brazos para tomar el paso de aquellas “naves”. Ese es el detalle intrigante: el ángulo de la foto. Si realmente hay una persona allí, ¿qué estatura tiene?
Cuando observé la fotografía por primera vez en la computadora le quise poner paños fríos. Me dije: es una persona viendo un celular, por ello se ve el rostro iluminado. No hay que ser muy sabio para lanzar esa primera hipótesis. O, tal vez, Muñoz tomó la foto con el flash activado y así iluminó a un miembro del campamento que estaba solo, de pie, en el medio de la oscuridad. Esa noche teníamos Luna menguante, con apenas 32% de luminosidad. En otras palabras, apliqué la llamada “Navaja de Ockham”: la explicación más sencilla es probablemente la correcta. ¿O no?
Fue entonces cuando los filtros aplicados a la imagen y el análisis del ya mencionado “contexto” (lugar de la foto y Muñoz apuntando en ángulo hacia arriba) terminaron de convencerme de que, como mínimo, esta era una imagen discutible. Y en esos términos la presenté en una conferencia en Buenos Aires en mayo de 2018.
Sin más preámbulo, adjunto abajo las imágenes y mis comentarios.
Un "infiltrado" en la foto
Arriba: la imagen original, sin aplicarle ninguna edición. El citado rostro humano ya es perceptible.
Arriba: Ampliación del “rostro”.
¿Una persona observando un teléfono móvil?
¿Paraidolia? ¿O estamos ante otra cosa?
Arriba: Los metadatos de la fotografía demuestran que Muñoz no usó el flash durante el disparo.
Arriba: La imagen “aclarada” luego de un filtro. Se aprecia el “rostro” como parte de una corpulenta silueta. Y aquello está acompañado de otras “figuras”, enormes en su proporción. ¿Árboles? Un dato clave es que en ese sector no los había... Los pequeños árboles que se hallan en el borde del camping Wayra son tamarugos (fueron traídos de las pampas del tamarugal de Iquique); es decir, no son endémicos de la zona. Esos árboles del camping Wayra no superan los seis metros de altura y es importante remarcar que se hallan en el lado opuesto al lugar de la foto de Muñoz. Si allí no hay árboles, ¿qué son esas grandes siluetas que parecen acompañar el “rostro”?
Arriba: imagen del campamento Wayra de Atacama, en la dirección del disparo de la foto, con el Licancabur en el fondo. Desértico paisaje.
Mi conclusión, al margen de todos estos análisis, aún no es definitiva. Incluso a pesar de que “ellos” pudieron haber anticipado la visita de un “infiltrado”:
“Queremos decirles que muy pronto empezaremos a mostrarnos en medio de la gente. Será en los lugares de protección. Apareceremos con mayor frecuencia como uno de ustedes para poder compartir desde otra perspectiva. Que ello no les sorprenda, porque no solo somos muy similares en fisonomía: tenemos el conocimiento y los mecanismos necesarios para pasar inadvertidos y mezclarnos. Nos veremos en Atacama…” (Ivika, Cajón del Maipo, 26 de marzo de 2016).
Como casi siempre sucede con estos asuntos, la imagen se viralizó a través de las redes sociales. Espero que este artículo aclare el origen de la foto. Dejo la información para que el lector juzgue por sí mismo. Si hallamos una explicación 100% convincente de lo que Muñoz fotografió en el desierto de Atacama, seré el primero en comunicarlo. Por ahora, solo preguntas.
Ricardo González
El rostro del humanoide, por Pablo Zárate
En el mundo de la ufología podemos encontrar distintas áreas; algunas más amables y otras definitivamente más complejas y hasta desacreditadas en algunos círculos de investigadores. Justamente aquellas que están bajo la lupa inquisitiva son, definitivamente, las más sabrosas y apetecidas. Dentro de ella, el “fenómeno del contactismo”, lleva por lejos la medalla de oro, pues ha sido desde el inicio el “objeto del deseo” tanto de investigadores como de testigos.
Siguiendo estas apasionantes historias es que en el año 2012 llego al caso de Ricardo González.
Ricardo es de origen peruano y actualmente está asentado en Argentina. Al revisar su caso me encuentro con la grata sorpresa de que no sólo es un testigo de contacto, sino un minucioso investigador y prolífico escritor de estos temas. Entonces decido conocerle, ya que siempre he dicho: “no se puede tener una opinión sino se conoce a la persona detrás del personaje”. Así es como comienza una aventura en terreno tras Ricardo y su experiencia. Me encuentro, por lo tanto, con un personaje didáctico, sólido, elocuente, pero a la vez mesurado y aterrizado. Esto se agradece ya que abundan las personas con experiencias de este tipo que, definitivamente, pierden la mesura al exponer su propio camino y de ese modo producen el efecto contrario al deseado, es decir el desarrollo de anticuerpos por parte de alguien que quiera acercarse al caso de ese mismo personaje. Con Richard (que es como le llaman sus amigos y cercanos) esto no ocurre. La cercanía que irradia hace que las personas se acerquen a él y le confiesen sus caminos individuales y pongan atención a sus consejos y experiencias. En este proceso de conocimiento y acercamiento me doy cuenta que estoy presenciando los “mejores ovnis de mi vida”. Es así como llego a uno de los hechos más impactantes que me ha tocado vivir junto a Ricardo y su grupo de trabajo. Corría el año 2016 y se desarrolla el llamado “Encuentro Mundial”, actividad destinada y organizada para reunir a todos los seguidores de estos temas y de Richard en un lugar común. Esta vez el lugar escogido es el mítico pueblo de San Pedro de Atacama, donde llegan 328 personas de 16 países diferentes, encuentro al cual me dispuse a ir y bueno así fue. El ambiente era de mucha amistad y camaradería, familiar y con muchísimas energías positivas y de alegría total. Ya era un premio haber asistido a ese encuentro en un mágico lugar como San Pedro y compartir con tanta gente interesante esos días. Aquí es donde ocurre algo que marcaría mi visión de estas experiencias. La noche del sábado 24 de septiembre del 2016, después de 48 horas de prácticas guiadas de meditación y concentración, y con sendos avistamientos por los días previos, llega esa noche final del evento oficial. Se da la entrega de una energía primordial y poderosa conocida como “MINIUS”, energía que tendría las cualidades de manipular la materia a antojo e incluso crear y cambiar la misma de manera muy eficiente. Fue en medio de ese proceso en que me encontraba compartiendo con un grupo de participantes. Eran las 10 de la noche del día señalado. Yo estaba sentado al lado de mi hija mayor, y a mi izquierda, y unos metros detrás, se encontraba Francisco Muñoz, uno de estos participantes y amigo. Al igual que nosotros él había estado desde el inicio del encuentro. En un instante que todo el grupo había realizado prácticas de meditación y mentalización, Ricardo dice: “Ahora recibirán la energía Minius, los que así lo sientan”.
Tengo que admitir que el ambiente estaba muy cargado de energía y era imponente escuchar a todo el grupo vocalizar el mantra oriental “Om”. Es así como algunos sintieron la entrega de dicha energía. Entonces, en una zona específica del recinto se oye ladrar a unos perros que estaban con nosotros en el camping. Ricardo dice: “A los perros no se les puede engañar” y acto seguido continúa:
“Ellos están con nosotros, pero dicen que no los busquemos ya que no los encontraremos”. Es así que Francisco se levanta y alza sus manos sosteniendo su teléfono celular; entonces saca una fotografía en dirección al espacio vacío, pero hacia donde los animales ladraban. Al revisar en el momento no observa nada, pero al ver con mayor tranquilidad la foto en su casa halla un rostro.
Esta foto me parece impactante ya que yo soy también testigo en primera persona del hecho y afirmo efectivamente que fue así: NO HABIA NADIE EN EL TIRO DE CÁMARA DE LA FOTO.
Esta foto logra hacer explotar mi mente ya que esa zona estaba limpia y sólo se debería verse el terreno desértico y el hermoso volcán Licancabur de fondo.
No contento con mi análisis pedí a tres amigos investigadores de Chile que analicen la imagen sin darles mayores datos para no condicionar sus opiniones. Estas son sus conclusiones:
Investigador 1
Victor Toloza (Ceifac- Temuco)
"Mi conclusión de la fotografía tomada por Francisco Muñoz en Septiembre de 2016 en la zona de San Pedro de Atacama es que no ha sido manipulada desde su captura y que lo que se observa en el tiro de cámara de la misma es al menos cuatro siluetas de aspecto humano, donde una de ellas muestra su rostro con total claridad y otra lo muestra de manera difuminada. Ambos rostros iluminados por una fuente de luz en el medio de todas las siluetas. Se observa que las siluetas humanas están más alto que la cámara y que no son resultado de Pareidolia alguna, ya que lo individuos están presentes, de manera clara, en la fotografía”.
Investigador 2
Nicolás Maisterow
Asoforchi – Chile
“La imagen pertenecería a una persona que está mirando su celular y la luz de este se refleja débilmente en su cara. Claramente en la imagen más luminosa se aprecia una cara de perfil, la luz más débil que se encuentra un poco más abajo, sería la fuente lumínica, o sea, el teléfono, ya que se vislumbran a través de los juegos de exposición, brillo y contraste, una forma rectangular en posición vertical. Además en el extremo inferior, tras la persona principal, se aprecia otra fuente de luz también rectangular, o sea, otro teléfono. Se aprecian las siluetas de varias personas. Recordando el relato, te puedo decir que dentro de un ambiente que puede inducir a alguna sugestión la mente deja de apreciar detalles objetivos, y además cuando nos encontramos en medio de mucha oscuridad, se pierden las perspectivas de tamaño y distancia, conjuntamente, los movimientos motrices corporales, también son engañados en este proceso.
Conclusión, persona revisando su teléfono móvil”.
Investigador 3
Antonio Chávez
Agrupación GEU Chile
“Aplicando filtros de tonos, brillos y calidad HDR se llega a un punto máximo de aclaramiento hasta detallar cuatro principales figuras, con uno en particular cuyo rostro se ve casi en detalle y un posible tipo "antifaz" pero con un solo agujero. El rostro de su lado no da mucho detalle. Al parecer algo hace que brille sus rostros.
Detalle respecto al modo de tiro de fotografía, según quién la capturó indica que fue a una elevación sobre los dos metros. Y por ángulos y distancias se concluye que serían seres en este caso tipo humanoides pues resaltarían su altura por sobre los dos metros y medio”.
Estos análisis me hacen concluir lo siguiente:
1. A pesar de la certeza de que no había nadie en el lugar la cámara captó a alguien o algo.
2. NO es Pareidolia.
3. SÍ HAY seres o humanoides captados por la cámara.
4. No sabemos quiénes o qué son, pero estaban ahí.
5. Se debe seguir investigando.
6. El trabajo de Ricardo González es uno de los más sólidos y es recomendable profundizar en su caso.
Comentario final:
Sólo el trabajo en terreno da estas satisfacciones y entrega momentos como “el rostro del humanoide”, captado en una de las reuniones del escritor, investigador y contactado Ricardo González. Pienso que no debemos escatimar esfuerzos para que esto se lleve a cabo: solo así estaremos más cerca de la verdad.
Pablo Zárate Moya
Médico Veterinario – Investigador del Fenómeno OVNI