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Los encuentros con los ocupantes de los ovnis no pueden ser ignorados; son demasiado numerosos…
Doctor J. Allen Hynek.
The Ufo Report.
Más allá de la Ciencia / Marzo 2021
La mente según mensajes extraterrestres

Extracto de "Protocolos de contacto", libro de Ricardo González Corpancho, 2019.

Image credit: Adobe Stock / Tatiana Shepeleva

 

A lo largo del tiempo el ser humano ha tratado de entender la mente, definiéndola como un conjunto de actividades cognitivas que reúne procesos como la percepción, la memoria, la imaginación y el pensamiento; en definitiva: la consciencia.

El filósofo, matemático y físico francés René Descartes (1596-1650) pensaba que la mente estaba íntimamente relacionada a la glándula pineal, esa pequeña glándula endocrina situada en el centro del cerebro de la que se ha escrito mucho debido a sus presuntas funciones secretas más allá del incuestionable papel que tiene en la modulación de los patrones de sueño. Para Descartes, en la glándula pineal se halla el asiento del “alma racional”, que según su teoría es independiente del cuerpo físico. En otras palabras, el científico galo, un dualista a toda regla, creía que la mente y el cuerpo eran entidades separadas. La importancia de Descartes en nuestro conocimiento del cerebro es el argumento de que la única diferencia entre las máquinas y los animales es la complejidad de los mecanismos. Y entre el hombre y los animales, la diferencia estaría en la posesión de un “alma”, una entidad a la que Descartes asocia no solo la inteligencia, sino también las emociones y la memoria. De todo esto nos legó su famosa frase “pienso, luego existo”. Esta teoría, aunque rechazada por la ciencia actual, goza de cierto respaldo del esoterismo, incluyendo el budismo tibetano, ya que viejas enseñanzas orientales sostienen que la glándula pineal conecta con el denominado “sexto chakra” o “Tercer Ojo”: una ventana extrasensorial que influye en nuestra realidad física. A lo largo de este libro iremos viendo cuán importante es la glándula pineal en el contactismo.

René Descartes confirió una gran importancia a la glándula pineal. Image credit: Jot Down

 

Ahora bien, la información proporcionada por los extraterrestres distingue al cerebro de la mente, pues no ubica a la mente en un órgano concreto del ser, ni siquiera en la mentada glándula pineal, sino que la mente funcionaría como una “nube de consciencia  -un término propio del moderno lenguaje informático- que trasciende la realidad física de un individuo. Si esto es así, en algún punto de esa “nube” los seres conscientes se pueden encontrar. Es decir: pasar de una consciencia individual a una consciencia “colectiva” o “universal”.

Tal vez este planteamiento no sea una locura. En 1998, los filósofos Andy Clark y David Chalmers presentaron al mundo su impactante teoría de la “mente extendida”1. Esta teoría propone que el cerebro, el cuerpo y el entorno se llegan a “coordinar” de tal manera que hacen que la mente, literalmente, se extienda hacia el mundo exterior. En otras palabras, Clark y Chalmers razonan que mientras que algunos estados mentales y experiencias pueden definirse internamente, existen muchos otros en los que los procesos de atribución de significado incluyen algunos componentes localizados fuera del cráneo. Este concepto es una verdadera revelación porque, de ser así, queda la interrogante de: ¿qué es el sujeto?

He revisado mil y un artículos al respecto y los especialistas no se ponen de acuerdo.

Parece que los extraterrestres tienen razón: el concepto del “Yo” va más allá de lo que tenemos “dentro”, pues se trataría de una consciencia sin límites que opera en el espejismo de la individualidad mientras vivimos la experiencia humana.

 

1 http://www.cienciacognitiva.org/files/2011-4.pdf

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