Texto de Ricardo González, tomado de su libro “El Enigma del Hombre Gris” (2013).
“Por el poder de los tres Reyes temporales,
A otro lugar será transferida la Santa Sede,
Donde la sustancia del espíritu corpóreo,
Será repuesta y recibida por verdadera sede”.
Cuarteta noventa y nueve, Centuria VIII
¿Un cambio de emplazamiento del Vaticano? ¿Cómo pudo “ver” esta increíble situación Nostradamus?
Hoy en día pocos escritores se atreven a citar al visionario francés de origen judío Michel de Notredame, conocido mundialmente como “Nostradamus”. La razón es el descrédito en que ha caído víctima de sus ocurrentes investigadores. No pretendemos aquí abogar por sus profecías, pero sí señalar que mucho de lo que se ha dicho sobre sus vaticinios es más cosecha de escritores y documentales de TV que de los propios escritos del erudito. ¿Erudito? ¿Acaso no era un astrólogo aficionado que encerrado en un cuarto oscuro con su bola de cristal “adivinaba” el futuro?
Nostradamus nació en Sain Rémy, en el sur de Francia, el 14 de diciembre de 1503. A la edad de 15 años, Michel ingresó a la Universidad de Avignon de Francia para estudiar el bachillerato. Durante un año, logró acreditar el Trivium -unión existente en la época medieval de tres materias: gramática, retórica y lógica-, tiempo tras el cual se vio en la necesidad de buscar una nueva institución donde continuar sus estudios a causa de la clausura de Avignon por la epidemia de peste negra, persistente durante ese tiempo. Años después, ingresó a la Universidad de Montpellier para estudiar Medicina, terminando la carrera en 1525.
Se sabe que la aparición de la peste bubónica le empujó a viajar por toda Francia para asistir a los enfermos, y se dice que en ese periplo conoció a hombres connotados en el campo de la medicina, la alquimia e incluso místicos renacentistas que se hallaban en la clandestinidad. Después de haber ejercido la medicina durante cuatro años en aquellas regiones, le pareció oportuno volver a Montpellier para conseguir el doctorado en medicina, que obtuvo al poco tiempo con la admiración y el aplauso de todos. Nostradamus tenía una mente científica.
En ese período se casó con una joven de la alta sociedad, de la que tuvo dos hijos, un niño y una niña. Pero debido a la peste, murieron los tres y Nostradamus tomó la decisión de instalarse definitivamente en Provenza, su tierra natal. Quizá afligido por el sufrimiento del ser humano, la enfermedad y la muerte que vio de cerca, sumado todo ello a los conocimientos que adquirió recorriendo toda Francia, Nostradamus despertó alguna “facultad” para anticipar lo que le deparaba a la humanidad. Pero también se sabe que fue un iniciado rosacruz y alquimista. Tal vez ello le permitió acceder a viejos manuscritos que lo encaminaron a “inferir el futuro”.
Como fuese, hasta nuestros días han perdurado sus célebres Centurias: la síntesis de sus supuestas visiones del futuro. Las empezó a escribir desde el año 1555, y se las conoce como “centurias” puesto que cada libro contenía exactamente cien de estas breves combinaciones métricas de cuatro versos. Por sus aciertos, ganó el reconocimiento de eruditos, hombres de ciencia y reyes. Murió el 2 de julio de 1566, tal como él mismo lo había señalado. Y le dejó una carta a su hijo César -de sus segundas nupcias- advirtiéndole que todo lo que había “visto” sobre el futuro, si el ser humano se lo proponía, lo podía cambiar…
En la Centuria IX, en la noventa y nueve cuarteta, Nostradamus dice:
Viento Aquilón hará partir la sede,
Por muros echar cenizas, cal y polvo:
Por lluvia luego que les causará más daño,
Último socorro llegar desde su frontera.
¿Qué clase de calamidad se cierne sobre el Vaticano? La extraña predicción de Nostradamus insiste en que se abandonará la Santa Sede. Sugiere destrucción al mencionar “por muros echar cenizas”, y añade una posible descripción de “bombardeo” al sentenciar “por lluvia que les causará más daño” -para otros investigadores, Nostradamus emplea la palabra “lluvia” para referirse, también, a una “revolución”-. Finalmente, habla de una ayuda o socorro que llegará desde la frontera…
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Este proceso de caída, como ya vimos, empezó a acentuarse con el papado de Benedicto XVI. Nostradamus dedica una cuarteta -la cuarenta y dos de la Centuria V- a ese tema:
Despues de la sede mantenida diecisiete años,
Cinco cambiarán en tal girado termino,
Luego será elegido del mismo tiempo,
Quien de los romanos no está muy conforme.
La precisión, congela la sangre… Recordemos: el 10 de febrero de 1939 muere Pío XI, después de diecisiete años exactos de conducir a la Iglesia Católica... Después de ese Papa, tal y como Nostradamus profetiza, vendrán cinco papas más, y dice del último de ellos que “los romanos no estarán contentos con él”. Con ese Papa empieza el “quiebre”.
Esa cuarteta es clave: Nostradamus escribe que luego de Pío XI, cinco Papas se sucederán en “el mismo término”. Se refiere a un periodo de tiempo similar al de Pío XI; es decir, inferior a veinte años de papado. Y, efectivamente, Pío XII, el sucesor, gobernará de 1939 a 1958; Juan XXIII, el segundo de los cinco papas que alude la cuarteta, desde 1958 a 1963; Pablo VI será el tercero, soberano del Vaticano entre 1963 y 1978; Juan Pablo I, el cuarto, sólo estará treinta y tres días en el “trono de Pedro” debido a una muerte sospechosa que ya mencionamos; y Juan Pablo II, el quinto, regirá la Iglesia desde octubre de 1978 hasta la fecha de su muerte, el 2 de abril de 2005. El papa del “quiebre” sería Benedicto XVI… Ya vimos páginas atrás que la “bomba” de escándalos en el Vaticano le estalló a él en las manos, obligándole a renunciar. Francisco heredó este escenario dantesco y se sumerge en medio de otras profecías que lo mencionan como “el último Papa”.
Hay otras cuartetas de Nostradamus que aluden a la Iglesia. Pero no son tan claras y pueden ser interpretadas de cualquier forma. El médico y esotérico francés las escribió así, crípticas y enrevesadas para no ser perseguido en una Europa del siglo XVI que era violenta e intolerante. Y hoy, cientos de años más tarde, tenemos hirviendo la cabeza para entender lo que quiso transmitir. Lo poco que se ha podido “pasar en limpio” de sus predicciones es que el Vaticano tiene los días contados…
Aquí debemos mencionar que en diferentes medios circuló la profecía de un “Papa negro” que encarnaría ese final de la Iglesia. La profecía se atribuyó a San Malaquías. Otros se la encajaron al propio Nostradamus. Pero ninguno de los dos habló sobre un “Papa negro”. Es una “leyenda” sin sustento. Sin embargo, la historia pegó fuerte y se dijo que Bergoglio cumplía la profecía por ser jesuita: los monjes de la Compañía de Jesús se vestían de negro…
También se difundió una cuarteta “apócrifa” de Nostradamus que hablaba de las “invasiones de un Rey Negro”. Pero no se ha podido comprobar su autenticidad. Como fuese, el texto habla de un rey, no de un Papa. En ese sentido cuadra más la figura del presidente norteamericano Barack Obama -y sus campañas militares por todo el mundo- que la figura de Francisco. El Papa argentino fue elegido durante el “reinado” del primer presidente afroamericano de los Estados Unidos.
¿Qué pasará en la Santa Sede? ¿Cuál será el destino del “último Papa”, si es que se trata de Francisco? ¿Huirá por una guerra? ¿El Vaticano será atacado? ¿El “último Papa” podría ser asesinado en Roma?
Aparecerá hacia el Septentrión,
No lejos de Cáncer, la estrella de cabellera,
Susa, Siena, Boecia, Eretrión,
Morirá de Roma grande, la noche desaparecida.
Centuria VI, sexta cuarteta.
¿Una señal en el cielo? ¿El arribo de un cometa? ¿Qué quiso decir Nostradamus?