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Los encuentros con los ocupantes de los ovnis no pueden ser ignorados; son demasiado numerosos…
Doctor J. Allen Hynek.
The Ufo Report.
Historia Ignorada / Enero 2017
Los secretos del Vaticano

Recientemente me han estado preguntando sobre los entresijos que encierra el Vaticano. Y no necesariamente sobre su postura ante el contacto extraterrestre. No, sobre asuntos aún más complejos y delicados. Ya había abordado ciertos temas espinosos que planean sobre Roma en mi libro "El enigma del hombre gris" (ECIS Publicaciones, 2013, en co-autoría con Roberto Villamil), a la luz de la elección del Jorge Mario Bergoglio como el primer Papa de origen latinoamericano. ¿Existen negocios millonarios detrás de la Iglesia? ¿Sacerdotes de buena fe coexisten, sin mayor remedio, con una secta antigua instalada en el corazón del Vaticano?

A continuación, comparto las líneas que escribí en mi citado libro luego de una profunda investigación y varios viajes personales al Vaticano. A algunos no les gustará lo que leerán...

 

El “Banco de Dios”

Mientras reuníamos información para la redacción de este libro -en pleno invierno argentino, a inicios del mes de julio de 2013- los medios de comunicación publicaban que la justicia italiana enviará a juicio a Paolo Cipriani y Massimo Tulli, los responsables operativos del IOR o Banco Vaticano, por presuntos delitos de movimiento ilegal de millonarios capitales y lavado de dinero.

La fiscalía de Roma reveló que ese dinero -unos 20 millones de euros-, cuyo intento de traslado clandestino de Suiza a Italia en jet privado organizó el jefe de contabilidad de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), monseñor Nunzio Scarano, pertenecía a los hermanos Cesar, Maurizio y Paolo d’Amico, potentes armadores de buques de origen napolitano -vinculados con la mafia-. Cesare tenía incluso firma con Nunzio Scarano en una de sus cuentas del IOR… Menudo escándalo en el “Banco de Dios”.

El detalle pintorezco es que monseñor Scarano -arrestado el 28 de junio de 2013-, era conocido como “Monseñor 500” por la facilidad con que entregaba fajos de billetes de 500 euros a cambio de cheques de cantidad equivalente… Tenía como cómplices, arrestados ese mismo día, al “carabiniere”, Giovanni Maria Zito, destinado en los servicios secretos, y al broker Giovanni Carenzio, autor de numerosas estafas en Canarias, Nápoles, Roma y otras ciudades.

Todo esto nos resultaba muy curioso. El mismísimo Benedicto XVI había expulsado al presidente del IOR, Ettore Gotti Tedeschi -miembro del Opus Dei-, para sustituirlo, precisamente, por Paolo Cipriani, personaje involucrado en estos nuevos escandalos… ¿Cómo era posible tropezar con la misma piedra?

El instituto para las Obras de la Religión (IOR), o “Banco de Dios”, es una verdadera pesadilla para todos los papas. Sería largo mencionar aquí los “antecedentes” de esa institución, que cuenta, entre otros episodios, con el sórdido incidente originado en los tiempos del cardenal Paul Marcinkus, debido a las relaciones que tenía el IOR con la mafia, conexión que precipitó, como está probado, el crack del Banco Ambrosiano.

Hacia 1981, el IOR se había convertido en el principal accionista de ese banco, cuyo director era Roberto Calvi, miembro de la logia masónica Propaganda 2 (P2). El Banco Ambrosiano, que dirigía Calvi en comunicación con el IOR, creó un verdadero imperio financiero, comprando otros bancos y constituyendo empresas fantasma. Por si ello fuera poco, estuvo involucrado en la cesión de préstamos al exterior para financiar actividades políticas ilegales, sin ningún tipo de control. Sin embargo, en 1982, el banco no pudo aclarar la procedencia de 1.287 millones de dólares. Entonces fue intervenido por el Banco de Italia y la Justicia pidió la captura de Calvi, que escapó a Londres y le escribió una carta a Juan Pablo II para pedir ayuda... Sospechosamente, Calvi fue hallado el 18 de junio de 1982 ahorcado en un puente del río Támesis. El tufillo a complot y asesinato era terrible. Calvi sabía mucho y tenía que ser “silenciado”.

¿Qué clase de poder controla al IOR y sus aliados?

El IOR, de acuerdo a nuestras investigaciones, es la “caja” de un grupo de conspiración, enquistado en lo más profundo del Vaticano. Una secta ocultista que ha operado por siglos dentro de la Santa Sede. Un grupo cerrado que se siente fuerte no en el dinero, sino en el poder que otorga el conocimiento oculto, por ello su afición a obras de arte y piezas arqueológicas.

Como se sabe, el Vaticano, con sus cuarenta y cuatro hectáreas, es el Estado con más riquezas artísticas de todo el planeta. ¿Alguien puede pensar que es una casualidad?

Museo Gregoriano Egipcio en el Vaticano

 

Sus edificios albergan valiosas obras de arte de los mejores pintores de la historia, miles de objetos arqueológicos y religiosos de inestimable valor, millones de libros, documentos y manuscritos con información impensable, reservada para unos pocos. El IOR, es solo un eslabón de una gran cadena. Y, aún así, se desconoce el dinero y el oro que el “Banco de Dios” almacena en sus cajas fuertes del subsuelo, ni el oro que transfiere a otros grandes bancos, como es el caso de Fort Knox en los Estados Unidos. Si se tira del hilo, cualquier cosa puede aparecer. Todo grupo organizado necesita dinero para sus fines. E invierte su capital donde lo pueda hacer crecer. Ése fue el caso del Vaticano, que estaría involucrado en acciones de compañías que venden armas, medicinas, e incluso preservativos. Un gran negocio, sin duda.

El Vaticano se constituyó legalmente como Estado en 1929, mediante el tratado de Letrán, suscrito entre el dictador Benito Mussolini y el entonces Papa Pío XI. En este tratado la Iglesia reconoce a Italia como estado soberano y renuncia a los territorios que había poseído desde la Edad Media: los Estados Pontificios. Estos se forman a partir de la derrota de los lombardos por Pipino “El Breve”, quien no devuelve los territorios a Bizancio, a quienes pertenecían, sino que los regala al Papa Esteban II en el año 756; de esta manera la mayor parte de la Italia central quedó constituida en un estado independiente bajo el gobierno de los papas. A este regalo se le pretendió dar visos de legalidad al presentar Esteban II unos falsificados documentos por la Curia romana, donde supuestamente Constantino “cedía” toda Italia al Papa Silvestre I.

Así, el tratado indemnizó al Vaticano por las perdidas sufridas en 750 millones de liras y la entrega de títulos de la deuda (con intereses a 5%) por el valor nominal de 1.000 millones de liras más. Desde aquel entonces, ya se hacían grandes negocios...

Actualmente el Vaticano cuenta con cuantiosas propiedades e instrumentos financieros dentro de Italia como en el extranjero. Podrían mencionarse países como Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Portugal, Suiza, o Colombia, donde el interés capitalista del Vaticano está rindiendo ganancias. Algunos investigadores sostienen que, además, el Vaticano tiene grandes inversiones con los Rothschild en Inglaterra. En Estados Unidos, la Santa Sede posee inversiones en el Banco Morgan, Chase-Manhathan, First National Bank de Nueva York, Bankers Trust Company y otros. Siguiendo esta “pista”, se sospechan acciones en las más poderosas corporaciones internacionales, tales como la Gulf Oil, Shell, General Motors, General Electric, Internacional Business Machines, entre otras. La lista, es larga. Sinceramente impresionante.

Nuestra intención no es agobiar al lector con estos datos. Sino hacerle comprender que todo esto no parece una estrategia económica de sacerdotes con sotana: es la “huella dactilar” del grupo de poder que controla el Vaticano.

 

¿Una secta dentro del Vaticano?

Esa élite oculta, se dice, está orgullosa del obelisco de 23 metros que se halla erguido en el centro de la Plaza de San Pedro, la más visitada de todo el mundo. El monolito, traído a Roma por el emperador Calígula Nerón, fue colocado por 90 hombres y 400 caballos. Nerón lo iluminaba con cristianos que eran utilizados como antorchas humanas. Fue un monumento a cuya sombra fueron sacrificados muchos creyentes. Hoy, los soldados romanos fueron reemplazados por la Guardia Suiza. Entretanto, los turistas corren apurados con sus cámaras para tomarse una foto con ese obelisco.

El padre Gabriele Amorth, el Jefe de Exorcistas del Vaticano, ya había denunciado que dentro de la Santa Sede hay una secta que involucra a varios cardenales que practican “rituales satánicos”. Aunque el exorcista español, el Padre José Antonio Fortea -con quien tuvimos más de un encuentro personal- procuró poner paños fríos al asunto, sosteniendo que no había pruebas concluyentes de las acusaciones de Amorth, las declaraciones sobre la “secta” encendieron el debate en medio de la crisis del Vaticano, la renuncia de Benedicto XVI y los escándalos del IOR.

El padre Gabriele Amorth (1925-2016)

¿Satanistas en el Vaticano? -le preguntaban los periodistas a Gabriele Amorth-. “Sí, aún en el Vaticano hay miembros de sectas satánicas” -respondía el exorcista-. “Son sacerdotes, monseñores e inclusive cardenales”. “Lo sé por las propias personas que me lo han podido referir, porque han tenido modo de saberlo directamente”. “Es verdad lo que dijo Pablo VI en 1972: el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia”.

Como era de esperarse, los más conservadores han pretendido ningunear las declaraciones del exorcista más respetado del mundo -el que más sabe del “mal”-. También cuestionaron los rumores de “orgías homosexuales” dentro de la Santa Sede, al menos hasta que el Papa Francisco, sin más remedio, aceptó la existencia de un “lobby gay”, que si bien es cierto suena menos fuerte que las supuestas fiestas -rituales- sexuales, pone en aprietos a la Iglesia por su constante discurso conservador y, en muchos aspectos, homofóbico.

No es nuestra intención concentranos en estos aspectos oscuros. Pero es inevitable e indispensable hacer una revisión crítica de lo que está pasando en el Vaticano -y analizar quiénes realmente lo controlan-, pues es el escenario de numerosas profecías que tocan el papado de Francisco.

La secta de poder que se halla dentro del Vaticano, ha pretendido unir costumbres paganas y creencias de la antigua Babilonia con el mensaje de Cristo desde los mismísimos inicios de la Iglesia Católica. Al margen de que hay buenas personas y sacerdotes genuinos en la Santa Sede, los hilos del poder de esta secta los tiene contra la pared. El propio Francisco dijo: “En la Curia hay gente santa, de verdad, hay gente santa. Pero también hay una corriente de corrupción, también hay, es verdad”, admitió el Papa en una audiencia concedida el 6 de junio de 2013 a la directiva de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR).

¿Cómo se fue “infiltrando” ese oscuro poder en la Iglesia?

Nos tenemos que remitir, nuevamente, al origen de la Iglesia Católica. Sus cimientos, como una organización con una estructura dotada de una jerarquía vertical, tal como la conocemos, están unidos al declive y caída del Imperio romano. El Imperio romano tenía por costumbre añadir a su panteón los dioses de las regiones paganas de los pueblos conquistados. En realidad, la  mitología romana era una copia de la mitología griega, y ésta, a su vez, de la egipcia. Los romanos creían que estas deidades que vivían en las siete colinas que circundan la capital italiana, reinaban e influían sobre Roma. En medio de esos “dioses”, se decidió construir la ciudad-estado del Vaticano. De hecho, en la vieja Roma existía una zona denominada Ager Vaticanus, que aún en la época pagana era considerado un lugar sagrado. Allí se encontraba el circo del malogrado Nerón, donde había martirizado a Pedro, y en donde después del martirio al que se lo sometió, se supone, se lo enterró en el lugar.

Constantino el Grande es responsable de haber unido el cristianismo con creencias paganas que se mantienen al día de hoy en los rituales católicos. Algunas de ellas, como dijimos, de origen babilónico. Cuando Constantino se convirtió al cristianismo, en el año 312 d.C., tomó en uso el nombre Vicarius Christi (el vicario de Cristo), denominación que será empleada en el futuro por los papas. Y con el tiempo, su nueva religión se hará “católica” (general, común), empezando con gran fuerza en Roma hasta abrazar al mundo. Esto lo obligó a promulgar su famoso “Decreto de Tolerancia”, lo que logró que algunos cristianos salieran a la luz pública. Incluso Constantino cambió sus túnicas de César por una vestimenta religiosa e intentó unificar a los romanos y a los cristianos. Se declaró el primer Papa y mezcló el culto a viejas deidades con el cristianismo. De todo esto surge la adoración de las imágenes, que estaba prohibido en el cristianismo original. Incluso en la propia Biblia.

Pero el daño ya estaba hecho, y con el correr de los siglos, el “egrégor” de la Iglesia Católica se fue formando, a camino entre confusiones históricas e intereses creados. O, tal vez, no se trató de ninguna “confusión” la mezcla de creencias paganas con el cristianismo primitivo, sino parte de un viejo plan, metódicamente urdido, para crear un sincretismo ideológico que sirva a un grupo de poder para dominar a las masas. ¿Qué tan vieja es esta “infiltración” en la Iglesia?

 

Los Illuminati

Tenemos sólidas razones para pensar que los males del Vaticano no surgen en el siglo XVIII con la aparición de los Illuminati, la secta de Adam Weishaupt -alemán de origen judío, educado por los jesuitas-, quien fundó su hoy famoso “grupo de conspiración” en los bosques bávaros, en la noche de Walpurgis del 1 de mayo de 1776. Consideramos que el problema es anterior, y hay que buscarlo, como ya dijimos, en el origen de la Iglesia Católica.

En relación a Weishaupt y su enfrentamiento con el Vaticano, se cuenta que sus inquietudes ideológicas le llevaron a ingresar en la masonería, saliendo poco después, decepcionado con lo que consideraba “simples reuniones sociales”. De modo que decidió fundar su propia orden, basándose en lo que había visto en los jesuitas y la masonería, llamándola primero como “Los Perfectibilistas”, y más tarde como “Los Iluminados de Baviera” (Illuminati), que es como conocemos a la orden hoy en día. Weishaupt tomó el sobrenombre de Spartacus, ya que se decía ser un libertador de la conciencia humana que “arrancaría al hombre de los dogmas y las religiones que lo esclavizan”. Por ello su lucha contra la Iglesia Católica.

El 22 de junio de 1784, las autoridades políticas y religiosas de Baviera, dieron orden de perseguir a los miembros de la masonería y los Illuminati. Desbaratada su sociedad, Weishaupt y su familia huyeron a Gotha, en Sajonia. Fueron perseguidos ya que se descubrió documentación en la casa de Weishaupt que probaba sus intenciones de dominar a todas las facetas de la masonería, derrocar a las monarquías de Europa y acabar con la Iglesia Católica usando los mismos métodos que emplearon los jesuitas para defenderla de los protestantes; es decir, mediante el uso de infiltración de doctrinas…

Hay quienes creen que el papado de Francisco -como se sabe, jesuita- es un triunfo de la también llamada Compañía de Jesús, perseguida en su día por el propio Vaticano, y presuntamente relacionada a los Illuminati. Al margen de la existencia, o no, de los Illuminati de Weishaupt -se cree que han continuado con sus actividades desde las sombras-, la Iglesia Católica, desde sus orígenes, ha estado “inflitrada”, y sobre esa base ha crecido. Esa es nuestra opinión. Por ello todas las reformas e intentos por sanearla han sido en vano. Es como cortar una de las siete cabezas de un Dragón. Cabezas que luego volverán a crecer porque es el cuerpo el que está infectado.

Esto ha llevado a pensar a varios investigadores que la única forma de cambiar este escenario es “matando al Dragón”. Es decir: que la Iglesia Católica, tal y como la conocemos, desaparezca. ¿Es esto posible? Estamos hablando de que el circo montado por los hombres se esfume, y no así el mensaje de Cristo y de grandes seres iluminados; un mensaje que no tiene nada que ver con la manipulación de las grandes religiones. 

Varias profecías, como veremos más adelante, hablan de ello... Al final, tenemos que dejar de pelear por ideas absurdas y ver lo que realmente nos une. De hecho, ese es el significado de la palabra de origen latín "religión": volver a unir...

 

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