¿La aparición de la virgen en México o un ser de luz que tomó esa forma?
Nota: este es un artículo escrito por Ricardo González, extraído de su libro “El Enigma del Hombre Gris: las profecías de Parravicini, Francisco, y los secretos del Vaticano” (Buenos Aires, 2013).
Este es un tema no menos controvertido: ¿la madre de Jesús, desde “algún lugar”, se “manifiesta” para entregar mensajes que anticipan sucesos en la Tierra? ¿Es una “manipulación” de la Iglesia? ¿Nos hallamos ante un fenómeno auténtico, aunque no se trate, realmente, de la “Virgen”? En menudo laberinto tendremos que adentrarnos porque, si parte de esas apariciones son genuinas, sus mensajes deben ser escuchados. Mensajes que tocan en lo íntimo el futuro de la Iglesia. Mensajes que, como veremos al final de este libro, guardan relación con las psicografías premonitorias de Benjamín Solari Parravicini.
Para quienes no conocen el misterio de Guadalupe, he aquí un resumen.
El misterio de Guadalupe
La primera aparición mariana se atribuye al Pilar de Zaragoza. La manifestación habría ocurrido allí en el año 40 después de Cristo.
La tradición católica señala que la Virgen se presentó al apostol Santiago en esa región de Aragón para impulsar la prédica en Hispania. Se dice que María se habría manifestado “en carne mortal” sobre una columna -el mencionado “Pilar”- y, a partir de esa creencia, se habla de una capilla mandada a construir por la propia “aparición” para alojar la columna que “dejó en testimonio de su venida”. La obra habría sido ejecutada por Santiago y los siete primeros convertidos de la ciudad del Ebro. Aunque nunca se halló vestigio arqueológico de esa primera capilla, sí se constató la existencia de una iglesia en Saraqusta, la “madre de las iglesias de la ciudad”, dedicada a María en el siglo IX, y emplazada en el mismo lugar donde actualmente se erige la Basílica. Como haya sido, miles de peregrinos visitan cada año la Basílica de Zaragoza para besar el Pilar y expresar su devoción a María y la historia “sobrenatural” del pilar.
Y no es el único caso en donde una aparición deja un “objeto de devoción”.
Dentro de las numerosas apariciones reportadas a la Iglesia -el Vaticano reconoce solo una pequeña fracción de las más de 20.000 que han sido notificadas- resalta el episodio del Tepeyac, ocurrido en México en 1531. Nos referimos al misterio de la “Virgen de Guadalupe”.
El sábado 12 de diciembre de aquel año, en un monte del Valle del Tepeyac, donde actualmente se asienta la inmensa Ciudad de México, la Virgen le entregó una “evidencia” de sus apariciones al indígena Cuauhtlatóhuac - “el que habla como águila” -, más conocido en el mundo cristiano como “Juan Diego”. Nació en Tolpetlac, aldea al norte de la Villa de Guadalupe, en 1478. Su oficio era la manufactura de petates que vendía en Tlatelolco. Tenía 53 años de edad cuando enfrentó la “aparición milagrosa”.
La primera manifestación de aquella “señora de luz” fue el sábado 9 de diciembre de 1531. Se cuenta que Juan Diego, al pasar por el cerro del Tepeyac, oyó un canto que “no era de esta tierra”. Se detuvo entonces a escuchar la hipnótica melodía y, cuando miró hacia arriba, descubrió un “sol resplandeciente” -algunos investigadores del fenómeno ovni fruncieron el ce-ño al estudiar esta descripción- y en medio de ese portento, vio a una mujer en “actitud de oración”. Juan Diego se armó de valor y se dirigió hacia la entidad. Entonces aquella mujer le dice que era su deseo que le construyese un templo, en ese llano, y le encomendó, también, que le comunicara esa tarea al obispo.
El resto de la historia, es muy conocida. El obispo era Juan de Zumárraga. Estamos hablando del primer obispo de la diócesis de la Ciudad de México -desde 1528- y segundo de la Nueva España -consagrado el 27 de abril de 1533-. Fue nombrado Arzobispo en 1547. Un personaje importante que, además, será fundador de la Real y Pontificia Universidad de México.
Pero Zumárraga no le creyó a Juan Diego.
Se dice que le pidió al nativo que volviese otra vez al lugar a ver si sus ojos no le habían traicionado…
Juan Diego, como era de suponer, regresó desconsolado al Tepeyac. Entonces la “señora de luz” se le apareció otra vez para decirle que volviese el domingo a ver, nuevamente, a Zumárraga. Juan Diego, armado de valor, insistió con el obispo, pero no había caso. Fue así que el religioso le pidió una “señal comprobatoria” de la voluntad de la Virgen para tomarlo en serio. Nadie se esperaba que esa “señal” ocurriría…
El 12 de diciembre, la “Virgen” se le vuelve a “manifestar” a Juan Diego en el cerro del Tepeyac. En esa nueva experiencia la aparición le pide que suba a recoger unas flores. Juan Diego, obediente, asciende el cerro -que no mostraba mayor vegetación- y, sorprendido, halla en él unas bellas rosas, imposibles de encontrar pues no era temporada y nunca antes habían crecido en el Tepeyac... Entonces las envuelve con su manto o “ayate” -una tilma, prenda que usaban los indígenas convertidos a la fe católica- y se encamina al encuentro del obispo para mostrarle el “milagro”. La “Virgen” le indicó que no desplegase su ayate ni lo mostrara a nadie más hasta el encuentro con Zumárraga…
Después de conseguir entrar en el obispado, Juan Diego le dijo a Zumárraga que le llevaba “la prueba” que le había pedido. En ese momento soltó su ayate, caen las rosas, y apareció en el manto pintada -como si fuese un cuadro sobrenatural?-la imagen de la Virgen de Guadalupe…
La tradición señala que el obispo, al ver esto, cayó de rodillas ante la imagen de la Virgen, una mujer de piel morena y capa de color azul, acompañada de estrellas en lo que se supone es una representación del cielo. ¿Encerraba algún significado esta imagen?
A partir de entonces la devoción se ha regado por todos los rincones del mundo, y también los estudios y las conjeturas en torno a la imagen de la “Señora de Guadalupe, Patrona de México y de Las Américas”.
Hay que decir que la ciencia ha estudiado esa imagen con la misma rigurosidad que los expertos que escudriñaron la polémica Sábana Santa o Síndone de Turín -que según la tradición cubrió el cuerpo de Jesús cuando descansó en el sepulcro y resucitó al tercer día-. La aparición del Tepeyac y la imagen “imposible” de Guadalupe, encendió muchos debates, comparables a las discusiones sobre la Sábana Santa.
Se dijo de todo, desde que era un “invento religioso” para la conversión total de México al catolicismo, a una “historia apócrifa”, ya que Zumárraga, supuestamente, nunca menciona el incidente de la aparición en sus escritos.
Lo cierto es que la imagen de Guadalupe existe, y muestra una serie de “anomalías” en extremo incómodas para los escépticos.
El caso es un quebradero de cabeza…
Veamos:
La prenda fue confeccionada con fibras de maguey; es decir, hebras que se descomponen o se pudren en un plazo máximo de 20 años… El ayate de Juan Diego tiene, al día de hoy, 483 años de antigüedad, y se conserva en perfecto estado…
Los registros de la reliquia detallan, además, que la imagen de la Virgen de Guadalupe -de 1.5 metros de altura- permaneció durante 116 años sometida al polvo, la humedad, el salitre del lago Texcoco, los excrementos de las moscas, el humo de las velas, al contacto de los dedos y todo tipo de objetos religiosos -medallas, cruces, rosarios- y no registra daño alguno… Sigue intacta casi cinco siglos después y no existe explicación “racional” para ello. La imagen de Guadalupe está tan fresca y los colores del estampado o radiación en la tilma son tales, que pareciera haber sido colocada ayer y no en el año 1531…
Otro “detalle” del asunto es que la tilma de Juan Diego se halla actualmente sobre una placa de metal, cuya temperatura oscila alrededor de los 15 grados centígrados; pero la prenda se mantiene constantemente a 36.5 grados, la misma temperatura de un cuerpo humano sano…
Y la discusión se avivó más cuando el doctor Enrique Graue, oftalmólogo de fama internacional y director de un hospital de la especialidad en México, afirmó: “Examiné los ojos con oftalmoscopio de alta potencia, y pude apreciar en ellos profundidad de ojo como al estar viendo un ojo vivo”.
En esos ojos aparece el efecto Púrkinje-Sánsom: se triplica la imagen en la córnea y en las dos caras del cristalino. Este efecto fue estudiado por el Dr. Púrkinje de Breslau y Sánsom de París. Ese fenómeno, exclusivo del ojo vivo, fue observado en el ojo de la “Virgen de Guadalupe” con la ayuda del mencionado oftalmoscopio…
Arriba: ¿Un personaje reflejado en el ojo de "Guadalupe"?
La lista de “anomalías” es larga. No exageramos si decimos que merece un libro aparte. La cantidad de elementos que expone la imagen parece darle “crédito” a su origen sobrenatural. Incluso algunos investigadores ya no discuten tanto sobre la autenticidad de la aparición. Discuten sobre qué fue, realmente, lo que se le apareció a Juan Diego. Y la discusión es válida porque hay reportes de apariciones “sobrenaturales” en el Tepeyac en tiempos muy anteriores a Juan Diego y el descubrimiento de América… Obviamente, en ese entonces no se hablaba de la “Virgen”, sino de “Tonantzin”…
Cronistas como Fray Bernardino de Sahagún refieren que los nativos de México venían a rendirle culto en el cerro del Tepeyac a la diosa Cihuacóatl, llamada también Tonantzin, que significa “Nuestra madre”, de lo cual hay testimonios de los misioneros del siglo XVIII.
“En este lugar que se nombra Tepeyac tenían un templo dedicado a la madre de los dioses, que la llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre”, escribieron.
¿Cómo un culto prehispánico se transformó en la “Virgen de Guadalupe” que más tarde vería Juan Diego? ¿Tonantzin y la Virgen eran dos apariciones distintas en el mismo cerro, separadas por el tiempo? ¿O se trataba de la misma “entidad” que se “adaptaba” al contexto historico, social y religioso que imperaba?
Arriba: Ricardo González contemplando una estatua de Tonantzin en el Museo Antropológico de México.
Algunos estudiosos piensan que el fenómeno de Guadalupe y las apariciones marianas se entronca con una manifestación del “espíritu femenino de la Tierra”. Pero, al margen de esa posibilidad “espiritual”, los autores de este libro no nos imáginamos a la “Madre Tierra” dejando “coordenadas astronómicas” en el ayate de Juan Diego, o señalando el futuro político y social de Rusia en los mensajes de las apariciones de Fátima… A todas luces, estamos ante otra cosa…
La imagen de Guadalupe muestra “estrellas” en el firmamento. No es un elemento “decorativo”. Se trata de una coordenada precisa que señala la posición de las constelaciones el día exacto de la aparición: el 12 de diciembre de 1531. En otras palabras, hay un mensaje concreto -astronómico y matemático- en el manto.
Diversos estudios resaltan, además, otros detalles inquietantes en la imagen: la tilma de Juan Diego podría ser un “mapamundi”, con claves que podrían encerrar acontecimientos mundiales futuros. Los investigadores de “Guadalupe” suelen citar estos puntos:
-El conjunto de la imagen está girado 23 grados en sentido anti-horario. Es, curiosamente, el ángulo de inclinación de la Tierra que provoca las estaciones.
-La imagen abarca tres cuartas partes de la Tierra. Deja sin cubrir una parte del Pacífico (Japón, parte de Australia) y del Norte Asiático (parte de China y Siberia).
-Su cabeza descansa sobre las cumbres más altas de la Tierra (Himalayas) y cubre parte de China y casi toda la India.
-Su mirada parece dirigirse hacia Oriente Medio.
-Sus manos orantes abarcan dos países netamente musulmanes: Arabia Saudí (cuna de Mahoma) y Sudán (Darfur).
-Sus manos orantes cruzan el Mar Rojo.
-El lado derecho de su manto cubre Europa y su borde llega al Norte del África Mediterránea y al Este de América del Norte.
-El mapa de Estados Unidos está cubierto a medias por su manto en la zona Este, y por la media luna en el Oeste.
-Toda América Latina está dentro de su manto o su túnica.
-El Amazonas parece ser raíz de algunas hojas y flores bordadas en la túnica de la Virgen. Los Andes coinciden con la flexión de su rodilla, sirviéndola como de apoyo.
-El segundo extremo de la Luna apunta y termina en el Polo Sur.
-El origen de coordenadas geográficas de la Tierra, establecido a finales del siglo XIX, coincide con su vientre. Y otro “detalle”: la mujer del manto está embarazada… Se deduce por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que transversal, que corresponde a un embarazo casi en su última etapa. Además, el “cinto negro” que se aprecia marca el embarazo de la Virgen. Se localiza arriba del vientre y cae en dos extremos trapezoidales. En el mundo náhuatl esto representaba el fin de un ciclo y el nacimiento de una nueva era…
¿Qué clase de fenómeno plasmó este “mapa”, como si alguien hubiese dibujado la imagen desde el cielo? ¿Cuál es el mensaje?
Como ya dijimos, hay más símbolos y elementos en el manto. Pero esta breve incursión en el misterio de la Virgen de Guadalupe nos ha preparado para ver Fátima y Garabandal con otros ojos…
Link para lectura digital del libro completo: http://es.scribd.com/doc/238338843/El-enigma-del-Hombre-Gris-version-digital#scribd