Ivika y una invitación al CERN
La energía de Monte Perdido en los Pirineos produce en mí una sensación de paz. Una fuerza que –ya lo he dicho antes– me recuerda la magia de Monte Shasta en California. Aunque se trata de paisajes distintos, ambos enclaves comparten un misterio común: serían “bases” o “puertas” vinculadas a actividad extraterrestre.
Luego de visitas personales al valle de Monte Perdido iniciamos, desde el año 2014, una serie de talleres-encuentros que pudiesen acercar el mensaje de los hermanos del cosmos a través de experiencias y trabajos de campo. El resultado ha sido extraordinario. En las distintas reuniones pudimos profundizar el mensaje del contacto extraterrestre y recibir, con éxito, comunicaciones telepáticas apoyadas con avistamientos.
En esta edición de junio de 2016 unas 185 personas de España y otros países de Europa nos habíamos congregado en la ya célebre “base de operaciones” del camping de Pineta. Desde allí nos movilizamos en vehículos a una zona que en viajes anteriores habíamos identificado como un vórtice de contacto, ideal para intentar una nueva comunicación con los apunianos.
Como lo he explicado en otras ocasiones, los mensajes se pueden recibir en distintos contextos y circunstancias. Pero el margen de error en la recepción se minimiza cuando estos mensajes se intentan en grupo, con un trabajo previo, y desde un lugar de poder que “amplifica” el flujo de la comunicación.
Arriba: el grupo en el claro del valle de Pineta, Monte Perdido.
Así, luego de unas prácticas de meditación y ejercicios con mantras para relajarnos, el cielo, que esta hacía unos momentos se mostraba nublado –y con pronóstico de tormenta para esa noche del 26 de junio– se abrió completamente, permitiendo observar un mar de estrellas. En ese lienzo cósmico tuvimos alrededor de cuatro avistamientos: “luces anómalas” –diría un escéptico– que se desplazaban en trayectorias sinuosas mientras interactuaban con nosotros encendiendo y apagando un gran destello blanco-plata en distintas ocasiones. Además, otros dos objetos se aproximaron más, descendiendo por detrás de las montañas, volando en paralelo y sin perder su “formación”. Estaba claro: no estábamos solos.
En medio de esos avistamientos recibí el siguiente mensaje:
Comunicación 26 de junio de 2016
Monte Perdido, Pirineos, España.
23:30 hs.
Soy Ivika:
Vengo del futuro, pero esta transmisión telepática está ocurriendo en la línea de tiempo presente que ustedes perciben. Estamos cerca.
Serán asistidos en los viajes programados a Altái y Gobi. Han recibido suficiente información para saber cómo proceder. Ratificamos el evento del 1 de agosto que les enlazará con poderosas energías. Ese día no estarán solos y lo podrán constatar. Recibirán importantes encargos, futuras tareas. Por ello cada uno de ustedes ha sido probado en su compromiso. Pero no por nosotros, ya que somos obreros, al igual que ustedes, de un Plan Mayor. Ustedes mismos se están poniendo a prueba, evaluando sus capacidades, su preparación, su confianza. Es fundamental que sigan confiando en todo lo que pueden hacer para crear nuevas realidades que afecten positivamente el devenir del planeta.
Fue correcta tu explicación sobre las diversas humanidades que repitieron patrones históricos. En un entorno multidimensional, hubo más de un evento similar a los viajes humanos hacia Alfa Centauri. Es un episodio que se ha repetido, y que podría seguir así si una nueva humanidad no logra resolver el patrón y encaminar la misión de la Tierra y de su especie hacia adelante. Sabemos que esta información sobre múltiples realidades multidimensionales, existencias y aprendizajes, es chocante y confusa para su nivel de percepción y entendimiento. Pero también sabemos que lograrán sentir, valorar e interpretar el poderoso mensaje que hay detrás.
Soy mestiza. Desciendo de humanos que viajaron al espacio. Otros miembros de nuestra misión en la Tierra tienen esta misma condición. Por ello elegimos venir aquí. Estamos contactando a nuestros ancestros humanos para entender, advertir y ayudar. En Atacama verás todo esto con mayor claridad. Luego del encuentro mundial prepárate, porque tendrás una nueva entrevista con nosotros.
Nuestro programa ha sido reactivado. Todo recién está empezando. Lo saben y les hemos dado sólidas confirmaciones. Han visto cómo se ha cumplido todo lo que les hemos anunciado. Y verán más. Que todo esto los mantenga alerta para hacer y modificar.
Ustedes no son nosotros. Nosotros somos ustedes.
Con amor,
Ivika
“Debes visitar el CERN… […] Sigue tu intuición…”
Cuando terminó el mensaje, quedé petrificado. Ivika confirmaba nuestras sospechas de una “historia repetida” de la humanidad, un patrón de error que ya había ocurrido varias veces: un círculo vicioso del cual teníamos que salir para cumplir con nuestro rol cósmico como especie. En ese momento pensaba: ¿en cuántas ocasiones nos estancamos y pusimos en peligro nuestra supervivencia? ¿Cuántas veces la humanidad se vio obligada a marcharse de la Tierra? Desde luego, es imposible entender todo esto en una percepción del tiempo en “línea recta”. Hemos estado existiendo en múltiples planos, en donde todas esas realidades se entremezclan. Todo esto me recordaba la película de ciencia-ficción Matrix, en donde el protagonista, “Neo”, se encuentra con el “Arquitecto”, quien le dice que no era el primero en llegar hasta él, que otros lo habían hecho y que fracasaron en su misión: una historia que se había repetido una y otra vez hasta que alguien lograra quebrar el patrón y, por consecuencia, precipite “el gran salto”. ¿Fuimos más de una vez a Alfa Centauri?
Por si todo esto fuera poco, Ivika me hablaba de acudir a una cita en las mismísimas instalaciones del CERN (Consejo Europeo para la Investigación Nuclear), ubicado en Suiza. Al final del mensaje, me dio una indicación concreta que, por seguridad, he omitido.
Desde hace mucho hemos venido siguiendo la actividad del Gran Colisionador de Hadrones. Sin embargo, fue a consecuencia de la reactivación del programa apuniano y el conocimiento que supone el “Minius” que empezamos a mirar con otros ojos los experimentos del CERN. Como un dato curioso, el 24 de junio, el día que fijamos para este nuevo encuentro en Monte Perdido, se había producido una poderosa tormenta sobre Ginebra y el lago Leman en Suiza. Las imágenes de la tormenta son espectaculares y no pocos teóricos de conspiraciones la asociaban a los nuevos experimentos que los físicos estaban realizando con el Gran Colisionador de Hadrones que, como se sabe, ocupa una circunferencia de 27 kilómetros que involucra parte de Francia y Suiza. El CERN está muy cerca de Ginebra.
Arriba: la descomunal tormenta sobre Ginebra.
Además, al día siguiente de haber terminado el encuentro en Monte Perdido –el lunes 27 de junio– desde España se anunció el proyecto de un nuevo acelerador de partículas que sustituirá al ya citado Gran Colisionador de Hadrones. Se habló de un túnel de 44 kilómetros y lineal, llamado “Colisionador Lineal Compacto” (CLIC). La decisión se adoptará en el año 2020. El proyecto, como digo, se presentó en España el lunes 27 de junio –en la Fundación BBVA en Madrid– por parte de los físicos del CERN Steinar Stapnes y Lucie Linssen. Como mínimo curioso…
¿Qué estaba pasando para que Ivika nos pidiese visitar el CERN?
Después de mucho pensarlo, como decía la líder de los apunianos en el mensaje, me dejé llevar por la intuición…
El “bosón de Higgs” no es lo que dicen los físicos.
En anteriores ocasiones ya había estado en Suiza. La primera vez, si mal no recuerdo, fue hace unos quince años, cuando fui a dar un taller seminario en Ginebra, organizado por mi recordada amiga Natividad Cluzant. En ese entonces la “Máquina de Dios” no estaba en operaciones –los primeros experimentos se iniciaron a fines del año 2008–, pero era tema frecuente de discusión lo que se estaba gestando.
Los científicos iban tras el misterioso “bosón de Higgs”: un tipo de partícula elemental que se piensa tiene un papel fundamental en el mecanismo por el que se origina la masa de las partículas elementales. Si el Gran Acelerador de Hadrones la detectaba, sería un descubrimiento sin precedentes para entender el Universo. Según los físicos, sin masa, el Universo sería un lugar muy diferente. Por ejemplo, si el electrón no tuviera masa no habría átomos, con lo cual no existiría la materia como la conocemos, por lo que tampoco habría química, ni biología, ni existiríamos nosotros mismos. Para explicar por qué unas partículas tienen masa y otras no, varios físicos, entre ellos el británico Peter Higgs postuló en los años 60 del siglo pasado un mecanismo que se conoce como el “campo de Higgs”. Al igual que el fotón es el componente fundamental de la luz, el campo de Higgs requiere la existencia de una partícula que lo componga, que los físicos, como ya dije, llaman “bosón de Higgs”.
El 4 de julio de 2012, los científicos del CERN anunciaron la observación de una partícula compatible con el “bosón de Higgs”. Luego de varios estudios y nuevos experimentos que ratificaran este hallazgo, el 8 de octubre de 2013 Peter Higgs y François Englert recibieron el Premio Nobel de Física. Pero, ¿era realmente el “bosón” que Peter Higgs había predicho? ¿Y esa partícula “llave” es el Minius del cual hablan los apunianos?
Espero que el lector lo comprenda, pero debo omitir varios detalles sobre nuestra incursión al CERN…
Desde luego, no hay misterio para llegar allí: cualquier persona, con tiempo, puede organizar una visita desde la web oficial del CERN para conocer las instalaciones que están habilitadas al público. Obviamente, el subterráneo y el gran detector ATLAS no pueden ser visitados en citas convencionales, ya que el acelerador se halla en actividad y es una zona muy restringida.
Fuimos un grupo muy pequeño. Y ciertamente tuvimos una “ayuda” para conseguir inmediatamente el pase de visita al CERN. Allí se nos esperaba…
“Cuando activamos nuestro plan de aproximación y contacto a mitad de los años 50 en los Andes peruanos, ello coincidió, no por azar, con el inicio del CERN, que nació como un ambicioso proyecto luego de la Segunda Guerra Mundial para avanzar en la comprensión del mundo subatómico.
Nosotros tratamos de acercarnos a algunas mentes brillantes de la Tierra para advertirles del peligro de usar equivocadamente la tecnología del átomo. Una de estas mentes lo comprendió, y en vida alentó a sus colegas a que no se entierre la ética y el respeto por la vida ante el afan obsesivo de controlar a la naturaleza. Cuando esta mente se marchó en 1955, decidimos proceder de otra forma en los avances científicos humanos, aunque sin intervención directa.
No es cierto que los científicos de la Tierra no sabían qué búscaban. Habían accedido a una información. Hay físicos honestos que trabajan en distintos proyectos, pero no son concientes de que los benefactores del proyecto los están conduciendo hacia el hallazgo del gran salto tecnológico de la humanidad. Un salto que debería estar acompañado por la ética y la moral, el amor por la vida. La ciencia sin ello es como un cuerpo sin alma. Y un cuerpo sin alma es peligroso.
El hallazgo de lo que denominan “bosón de Higgs” no es lo que dicen los científicos. Es incompleto y tampoco es la solución que termina de dibujar el mapa que tienen del microuniverso. Lo saben. Pero tuvieron que potenciar ese descubrimiento para no perder financiamiento. En los próximos días verán más noticias sobre lo que se está trabajando aquí. Lo que han venido hallando los científicos de la Tierra empieza a tambalear el acuerdo general del modelo físico.
Los científicos están llevando al acelerador a su límite. Concientes de ese peligro procurarán construir otro más poderoso. Han visto algo pero por un brevísimo lapso. Saben que allí está el secreto. Han acariciado, por un instante, el punto en donde se une lo que el ser humano denomina “ciencia” y lo “sobrenatural”. En realidad, no hay nada “sobrenatural”: son leyes y mecanismos del universo que aún no conocen.
El acelerador de Europa no es el único. Hay otros pequeños proyectos en el mundo que contrastan sus avances. Hay uno de ellos en el desierto de Chile que les hemos señalado.
De estas iniciativas de observatorios del espacio y física de partículas surgirá el siguiente paso: la creación de un sistema de viaje basado en una nueva tecnología.
Algunos de nosotros estamos aquí infiltrados, pero este último tiempo limitados en nuestro accionar por diversas circunstancias. Sin embargo, ustedes pueden ayudar. Por eso les hemos entregado información relativa al Minius y el Hipercubo: tienen su propio acelerador de partículas mental, pero basado en la co-creación de realidades positivas.
Los científicos saben del Minius. Algunos creen que es la quinta fuerza. Otros que es la partícula definitiva que se remonta al origen del espacio-tiempo. Pero aún no la han mapeado. Todo lo que han venido encontrando son elementos precursores.
La humanidad se halla cerca de una ciencia que lo cambiará todo. Pero la humanidad debe cambiar primero para que esa ciencia no la hunda, aún más, en la separación y el egoísmo.
Todo ha empezado. Se halla en marcha. Pero ustedes también han sido activados y preparados para este tiempo. Si no hubiese esperanza, una puerta, una oportunidad, no estaríamos teniendo este encuentro…”
Reflexiones luego de una cita insólita.
Cuando volvimos de nuestro increíble viaje a Suiza estuve varios días meditando en todo lo que se nos dijo. Había sido muy importante. Un segmento de esa información –lo que puedo comentar por ahora–, está resumido líneas atrás. Me sentía como una compañera del grupo en Monte Perdido –A.B., prefiere mantener su nombre en la privacidad–, que en una experiencia en el bosque, luego de haber terminado el encuentro, se halló en una “zona de distorsión”, una suerte de ventana interdimensional que le hizo ver las estrellas, el cosmos, bajo sus pies… De acuerdo a su testimonio, era como si estuviese caminando sobre el espacio.
Literalemente así me sentía luego de la experiencia en el CERN: caminando en el espacio…
Muchas de las experiencias de contacto que hemos enfrentado han procurado ello: sacarnos de un paradigma y mostrarnos una puerta. Recordaba la sorpresa de mi amigo Diego Cintas, cuando se “tropezó” con un ser de luz caminando en el medio del bosque durante nuestros trabajos en Monte Perdido, y cómo dos niños, con total inocencia, nos comentaron que habían visto a seres que “desaparecían” en medio de nosotros. Uno de esos niños es mi sobrino Joaquín de Aranjuez. Era la primera vez que participaba de estos campamentos. Verle tan natural relatando estas experiencias me recordaba mis primeros pasos en el contacto, y los años que han pasado…
El contacto con los apunianos se inició con gente humilde en los Andes peruanos. Corrían los años 50. Más tarde, un enjambre de testigos se sumaría a estas experiencias con esa “humanidad de las estrellas”, como Vlado Kapetanovic en 1960, la familia Acervo de la localidad del distrito de Chilca en 1970, los hermanos Paz Wells en 1974, el grupo Aztlán de Madrid en 1976, y nuestro modesto caso, ya entrados los años 90 –y hay tantos otros, solo he citado algunos ejemplos–. Es decir: los testigos hemos pasado a lo largo de una cadena de postas. Pero el mensaje es lo que prevalece. Un mensaje de alerta y también de esperanza que debe volvernos humildes y hacernos comprender que no somos dueños de nada, que solo estamos de paso, sirviendo y haciendo, como parte de un enorme plan de ayuda.
Arriba, Juan Acervo. Su familia empezó a tener en 1970 contacto con los apunianos en su casa de Papa León XIII del Distrito de Chilca, a las afueras de Lima. Más tarde, en 1973, Juan se integró al IPRI.
Una linda reunión con parte del recordado Grupo Aztlán a las afueras de Madrid. Desde 1976 han mantenido comunicación con los apunianos. Gracias María Pinar y Luis Arribas por tanto cariño. Maravillosas personas.
Desde que empezamos a reconstruir esta historia, con rigor, basada en experiencias verificadas y con investigaciones documentadas, se ha producido un interés desbordante en los apunianos y el Minius. A tal nivel que he leído, con asombro, el reporte de experiencias totalmente mentalizadas con los apunianos, vividas por personas que en un inicio nos cuestionaron y que ahora se abrazan en portales dimensionales con esos seres, en medio de conversaciones contradictorias con los pretendidos guías cósmicos. Eso no es nada: hay individuos que, tomando el nombre de uno de los apunianos –como el caso de Antarel–, se presentan vestidos de blanco ante sus seguidores para hacer todo tipo de rituales... Por este tipo de afanes protagónicos, y acciones desesperadas por mantener a un grupo de seguidores, se pasa de un contacto serio a un circo delirante. Desde que hemos iniciado esta nueva etapa de contacto e investigación en todo lo concerniente al expediente Apu, nos hemos mantenido al margen de esas confusiones. Este mensaje es muy poderoso, muy importante, como para estar jugando con él.
Luego de que el 12 de abril de 2016 Stephen Hawking anunció el proyecto espacial hacia Alfa Centauri –que Ivika nos comunicó previamente y que publicamos con anticipación– se ha producido un verdadero revuelo. Por ello hemos publicado estos tres artículos que titulamos “Crónicas de Apu”, para que se pueda entender este proceso de la mejor manera. Dicho de otro modo: Hay esperanza. Como se nos recalcó en nuestra reciente visita al CERN: hay una puerta, una oportunidad.
Ahora bien, ¿cómo comprender la revelación apuniana del Minius?
El Minius, si bien es cierto, es mencionado por primera vez por los apunianos en un contacto de 1960 con Kapetanovic, se halla presente en distintos mensajes de todo el contactismo. El misterio de esa fuerza subatómica es una enseñanza universal, no la “doctrina” de algún grupo sectario con el tema ovni. Es un mensaje abierto para todos.
Para entenderlo en el contexto de lo que se nos dijo en Suiza, citaré dos casos concretos.
El “Neutrino” y el “Ultimatón”
Conocí hace unos dieciséis años a Pedro Romaniuk, un reconocido investigador de Buenos Aires que fue parte de la Fuerza Aérea Argentina. Estudioso de la física nuclear, la parapsicología y el fenómeno ovni, estableció, en 1981, la Fundación Instituto Cosmobiofísico de Investigaciones (FICI). Una de las primeras conferencias que hice en la Argentina fue allí, con el recordado don Pedro sentado en la primera fila del auditorio. El 21 de febrero de 2009 partió, pero dejó un gran legado: muchas de sus investigaciones de anticipación fueron verificadas, como la grave alteración de la capa de ozono, el derretimiento de los hielos polares, el aumento de la temperatura del planeta, la disminución pronunciada de oxígeno en la atmósfera, el incremento de huracanes, tifones y terremotos, o la aparición de plagas y enfermedades, todo ello perfectamente documentado y protegido bajo la Ley nacional 11.723. Además, fue un docente ejemplar desde 1968, cuando compartía investigaciones con científicos soviéticos sobre la Cámara Kirlian. Ya en 1969, integró el Consejo de Asesores Científicos del Instituto de Biopsicosíntesis de la Universidad Argentina John F. Kennedy. El trabajo de Don Pedro, quien era íntimo amigo de Benjamín Solari Parravicini, fue enorme –por algo se constituyó en uno de los “depositarios” de las psicografías premonitorias–. Y un detalle más: Romaniuk también era un contactado…
Don Pedro recibía telepáticamente una serie de “instrucciones” de los extraterrestres que lo orientaban en sus investigaciones. Tal vez, su libro “Texto de Ciencia Extraterrestre” –publicado en su primera edición en 1978– resuma parte de ese misterio. En esa obra Romaniuk habla del “Neutrino”, en referencia a la esquiva partícula del mismo nombre que el científico italiano Enrique Fermi y su equipo descubrieron en 1956. Los neutrinos son partículas muy, muy pequeñas, como los electrones, que se mueven casi a la velocidad de la luz, y no interaccionan casi con nada en el universo. En 2015 se descubrió que tenían masa, un avance que le mereció el Premio Nobel de Física al japonés Takaaki Kajita y al canadiense Arthur B. Mc. Donald. La importancia de que los neutrinos tengan masa es tremenda, pues neutrinos con masa no caben en el modelo estándar de partículas que es hoy la Biblia de la física teórica.
En su tiempo, Romaniuk se interesó en estas partículas, pues el mundo está lleno de neutrinos. Están por todas partes, aunque no podamos verlos o sentirlos. Por eso se les conoce como “partículas fantasma”. Después de los fotones son los más abundantes en el cosmos. La Tierra está siendo constantemente bombardeada por ellos. Romaniuk vio en el neutrino un puente para comprender otras realidades más allá de la materia. Creía que había algo más sutil que nos conectaría con una “cuarta dimensión”. “Algo” que, incluso, podría acelerar las facultades psíquicas del ser humano. Parecía estar intuyendo el camino hacia el Minius…
“El neutrino es el elemento o factor determinante, el puente que podríamos llamar, para cruzar de la tercera a la cuarta dimensión…” escribió Don Pedro en el ya citado “Texto de Ciencia Extraterrestre”. Agujeros negros, magnetismo, facultades PSI y el mundo de las partículas subatómicas se entrelazan en las páginas escritas por Romaniuk para tratar de entender ese “secreto” que le habrían inspirado –o revelado– los extraterrestres.
El “Ultimatón” es un caso más concreto. Surge de uno de los libros más influyentes en el contactismo: “El libro de Urantia” (ver: http://www.legadocosmico.com/articulo.php?page=el-libro-de-urantia-y-los-textos-canalizados). Esta polémica canalización, publicada en los Estados Unidos en 1955, fue la precursora del hoy difundido “Plan Cósmico”: la estructura del Universo, la Jerarquía de Luz, la siembra de vida en la Tierra, la misión de Jesús, entre otros temas. Muchos conceptos de esa suerte de “agenda extraterrestre” que enarbolan en la actualidad distintos grupos de contacto ya habían sido explicados en ese texto hace más de sesenta años. El “Ultimatón” es descrito allí por las entidades que “dictaron” Urantia. Parece tratarse de una información relacionada al Minius:
“No estamos seguros de las causas exactas de las primeras etapas de la evolución de la fuerza –afirman los seres que dictaron el Libro de Urantia–, pero reconocemos la acción inteligente del Último en ambos niveles de manifestación de la energía emergente. Las energías potente y gravitacionaria, cuando se las considera colectivamente, se llaman en Uversa ULTIMATA”.
El libro –ver la amplia explicación del Documento 42: la energía, la mente y la materia– discute la partícula fundamental: el ultimatón. Esta es la primera partícula de masa que es creada de la energía. Cien ultimatones retardados hacen un electrón, pero no usan órbitas de movimiento como los electrones, los ultimatones hacen racimos. La velocidad de los ultimatones podría exceder la velocidad de la luz porque los ultimatones no son afectados por la gravedad lineal.
En el ya citado Documento 42, el Libro de Urantia también afirma:
“El espacio interelectrónico de un átomo no está vacío. En el átomo entero, este espacio interelectrónico está activado por manifestaciones ondulatorias que perfectamente se sincronizan con la velocidad electrónica y con las revoluciones ultimatónicas. Vuestras leyes reconocidas de atracción positiva y negativa no dominan totalmente esta fuerza; por lo tanto su conducta es a veces impredecible. Esta influencia innominada parece ser una reacción fuerza espacial del Absoluto No Cualificado”.
¿Por qué los extraterrestres se han visto tan interesados en entregarnos, gradualmente, información relativa al mundo subatómico? ¿Por qué hablaron de ese universo de partículas fundamentales, o núcleo de fuerza que todo lo agrupa, desde siempre? Y cuando digo desde siempre, no es una exageración: hay referencias muy viejas en la historia de la humanidad en donde los “dioses” revelan parte de su conocimiento cósmico. La India es uno de esos casos. Hay múltiples referencias al mundo subatómico y al entorno holográfico que “archiva” información –el “Akasha”, que para algunos es equivalente al éter–. Es curioso que estos conocimientos antiguos que se asemejan a las actuales teorías de la física cuántica –y que bien resumió el reconocido Doctor en Física de la Universidad de Viena, Fritjof Capra, en su libro “El Tao de la Física”– se hallan tan presentes en una cultura que también describe guerras con el uso de esa tecnología. Me refiero a los Vimanas y los “rayos de la muerte”. Si en todos esos relatos de guerras y naves voladoras –como ya los menciona el Rig-Veda hace unos cuatro mil años– hay de por medio ciencia extraterrestre, es más sencillo de entender el sentido de advertencia, de comprender lo que significa lidiar con una fuerza inmensa que se halla en el microuniverso que estamos explorando actualmente con los grandes aceleradores de partículas.
Como un calco de lo que habría sucedido en tiempos remotos de la India, el uso de la bomba atómica en la Segunda Guerra Mundial envió otro “mensaje de alerta” al universo. No en vano ese fue el punto de inflexión para que surgieran nuevos proyectos de contacto con humanos. Y un factor en común fueron los mensajes extraterrestres relativos a la conciencia de la energía. Dicho de otro modo: no deberíamos escudriñar los misterios de la materia apartando la comprensión de esa “energía inteligente” que sostiene al cosmos. Ese mensaje es la conciencia del Minius.
Ivika lo resumió muy bien en sus siete enunciados sobre el Minius, que publicamos en el artículo anterior (ver: http://www.legadocosmico.com/articulo.php?page=cronicas-de-apu-parte-ii). En su enunciado número dos afirma: “no deben interpretarlo solo [el Minius] como un conocimiento científico sobre la naturaleza del cosmos. Es, por encima de ello, un mensaje espiritual…”
En el CERN nos hicieron comprender que estamos cerca de una enorme revolución tecnológica. Pero ese avance pende de nuestra evolución espiritual. Como se nos dijo allí: la ciencia sin ética y moral es como un cuerpo sin alma.
Los medios, luego de nuestra visita a Suiza, están empezando a retomar viejas noticias y otras nuevas informaciones sobre las "anomalías" detectadas por el CERN. Es el principio...
Nuestra investigación sobre estos asuntos sigue adelante con el auspicio de los “apunianos”.
Hay muchas más cosas, pero todo a su tiempo...
Sé que este mensaje será comprendido, y llegará a quien tenga que llegar…
Hay una puerta, una oportunidad… Lo podemos hacer.
Ricardo González en el CERN y la sala de control del detector ATLAS.