¿Todo ya está escrito? ¿No tenemos posibilidades de cambiar el "futuro"? ¿Qué es, exactamente, una "profecía"? ¿Qué o quién envía esos mensajes? ¿Seres de otros mundos podrían estar enviando advertencias?
El don de la profecía: ¿quién o qué envía los mensajes?
(Capítulo I del libro “El Enigma del Hombre Gris: Las profecías de Parravicini, Francisco y los secretos del Vaticano”, de Ricardo González y Roberto Villamil).
Sin duda, el Vaticano es el principal escenario de las profecías que inquietan a los estudiosos de Juan de Jerusalén o Nostradamus. El propio Parravicini le dedica numerosas referencias. En todos los casos, ninguna mención es auspiciosa. ¿Por qué?
Cuando iniciamos la redacción de este libro sabíamos que navegábamos por mares desconocidos. Pero la información nos condujo a través de todos los vientos posibles. Parravicini fue, por decirlo de alguna forma, quien tuvo el timón de nuestro barco.
En el mundo espiritual y esotérico el misterio de las profecías es un elemento importante. Incluso, dentro del contacto con seres extraterrestres: mensajes que advierten de posibles escenarios futuros para la humanidad. Ahora bien: ¿todo ello se puede cambiar? ¿O se trata de hechos inevitables? ¿Qué es, exactamente, una profecía?
“Ver” el futuro
Los escépticos piensan que las profecías surgen de la superstición y el miedo. Y que, en definitiva, no existen. Así de sencillo. Y agregan que las religiones las han utilizado como “sis-temas de control” -en este punto nos hallamos de acuerdo-. También argumentan que las profecías no siempre se cumplen, que son inexactas, “etéras”, y que su contenido se encuentra a libre merced de quien las interprete. Reconocemos que en gran medida es así. Sobretodo en aquellas predicciones cuyo mensaje es críptico, como veremos más adelante al abordar el enigma de Nostradamus y sus posibles alusiones a la Iglesia. Pero, ¿todas las profecías son un fraude? ¿Dentro de los distintos vaticinios no hay evidencias de auténticas predicciones que inviten a reflexión? Y, si es así, ¿cómo funciona? ¿Qué o quién activa el “don de la profecía”?
Según la Real Academia de la Lengua Española, la profecía “es un don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras”. A nuestro juicio, es una definición parcial. Y demasiado cargada de religión. Nuestra investigación nos dice otra cosa. Si entendemos por “divina” una manifestación de Dios o de seres espirituales ante un testigo -que luego escribirá sus visiones, tal y como sucedió con distintos profetas bíblicos-, el misterio de las profecías es mucho más grande. ¿Cómo interpretar acaso los mensajes que se desprenden de los “encuentros cercanos”, como las apariciones marianas o el contacto con extraterrestres?
Además, no todas las profecías surgen de la manifestación de un ser divino o “sobrenatural”. Hay predicciones que se activan gracias a la sensibilidad psíquica del “vidente” -cuyas visiones le permitirá inferir el “futuro”-, o se desprenden por el acceso a un conocimiento privilegiado -que luego será escrito en un lenguaje enrevesado, sólo apto para iniciados-. El mundo de las profecías, por ésta y otras razones, es más complejo, y huye de esa “vestidura religiosa” que muchos le han puesto por ignorancia y falta de información.
Es importante mencionar que para diversos autores existe una diferencia entre los términos “profecía” y “predicción”. Si nos atenemos a las definiciones, la Real Academia de la Lengua Española sostiene que predecir significa “anunciar por revelación, ciencia o conjetura algo que ha de suceder”. Es decir, una profecía es “sobrenatural” y una predicción se basa en el conocimiento y la deducción.
Tal vez el mítico Nostradamus es un digno ejemplo de ambas definiciones. El visionario francés podría haber escrito sus “profecías” gracias al acceso que tenía a viejos conocimientos esotéricos: informaciones secretas que le permitían “deducir acontecimientos futuros”. Nostradamus era rosacruz. Pero también hay que decir que muchas veces las predicciones están conectadas a revelaciones de índole “sobrenatural” -sean éstas externas o internas-, y ello hace que las predicciones y las profecías se transformen en un solo fenómeno. En otras palabras, el conocimiento y las facultades se funden. Parravicini es otro digno ejemplo.
Arriba: Nostradamus, el iniciado rosacruz y visionario francés.
Para nosotros, una profecía no es, necesariamente, un hecho categórico. Es una suerte de “proyección” en el “futuro” de la humanidad. Un “futuro” -así, entre comillas-, que posee distintas variables o posibilidades, siempre “atadas” a la elección del ser humano.
Esto nos llevaría a otra discusión: si el hombre tiene, o no, libre albedrío. En definitiva, si todo ya está escrito y no tenemos margen de movimiento.
¿La vida es así? ¿No hay opción?
El poder de la elección
Por el intenso contenido que viene más adelante -con profecías que involucran al Vaticano y el devenir de los acontecimientos en todo el planeta-, creemos importante explicar, bajo nuestro punto de vista, cómo podría afectar la elección del hombre el curso de las profecías.
Empecemos por echar un vistazo a las profecías de acuerdo a su posible “fuente”:
1. Las profecías de fuente divina: son aquellas en donde un ángel o “manifestación del cielo” muestra el “mañana” de la humanidad. Aquí hallamos a distintos profetas bíblicos, como Daniel, Ezequiel o el propio Juan -el discípulo amado de Jesús- en el famoso libro del Apocalipsis. También en esta categoría se hallan las apariciones marianas. No está demás decir que la creencia religiosa de los testigos, y el contexto devocional en el que se mueven, muchas veces confunde el verdadero significado de sus experiencias.
2. Las profecías de fuente extraterrestre: estamos hablando de un tema muy controvertido, y que se mezcla con el punto anterior -como el caso del “contacto” de Ezequiel a orillas del río Quebar, y tal vez las mismísimas apariciones marianas-. Nos hallamos ante el enigma de seres de otros mundos que podrían haber visitado la Tierra con grandes anuncios. Se cree que en el pasado fueron confundidos como ángeles, dioses, o “enviados de los dioses”. Benjamín Solari Parravicini, si bien es cierto un psíquico a todas luces, afirmó haber tenido un encuentro extraterrestre en la Argentina. Y sostuvo que esos seres le transmitían mensajes… ¿Algunas de sus profecías fueron transmitidas por entidades extraterrestres? Ya lo veremos más adelante.
3. Las profecías de fuente sensitiva: son las que surgen de la propia facultad PSI del testigo. Es decir, premoniciones o precogniciones que muestran visiones del “futuro”. Un caso típico -además del propio Parravicini- son las “lecturas psíquicas” del norteamericano Edgar Cayce, también conocido como el “profeta durmiente”. Se cree que conectaba con los misteriosos Registros Akásicos o “memoria matriz del planeta”.
4. Las profecías de fuentes esotéricas: aquí encontramos advertencias que se desprenden de un “conocimiento privilegiado” que permite inferir los acontecimientos futuros. Como ya dijimos, tal vez sea el caso de Nostradamus y de otros grandes iniciados esotéricos.
¿Qué es el “futuro”, entonces? ¿Por qué algunos sensitivos dicen que se puede “ver”? La renuncia de Benedicto XVI y la elección de su sucesor -que saldría de la Argentina-, ¿era “deducible”? ¿Cómo lo supo Parravicini, o los presuntos seres que le transmitían esas psicografías premonitorias?
Arriba: Ricardo Gonzáez hablando en la televisión sobre las profecías de Parravicini que apuntan al Papa Francisco.
Según la concepción de “tiempo lineal” que tenemos (pasado-presente-futuro), el “futuro” es la porción de la línea temporal que todavía no ha sucedido. En física, el tiempo es la cuarta dimensión. Y, aunque resulte increíble, para muchos místicos y esotéricos que estudian las profecías, ese tiempo no existe… Lo único real es el “aquí y ahora”. El futuro y el pasado, son “irreales”. De hecho, muchas religiones consideran el futuro cuando tratan temas como el karma, la vida después de la muerte, y las escatologías, que estudian cómo será el fin del tiempo y del mundo. Pero, ¿cómo puede existir algo que aún no ha ocurrido? ¿Y si se trata solo de nuestra percepción en la línea de tiempo que vivimos? ¿Por qué los místicos insisten en el presente?
Llevamos relojes de pulsera, estamos pendientes de la hora y el calendario en el teléfono móvil, hacemos citas, planificamos viajes. El concepto del “aquí y ahora” o “presente real” es muy lejano para el ser humano moderno. Además, nuestro cerebro, funciona sobre la base de los recuerdos. Evocamos experiencias de cuando éramos niños, paisajes, sensaciones. No “recordamos” el futuro porque, supuestamente, no existe. Y decimos “supuestamente” porque hay varios fenómenos que encienden el debate.
Uno de estos fenómenos son los sueños. Se dispone de muchos casos documentados en donde un individuo sueña con un acontecimiento desconocido -muchas veces precisando detalles, como lugar y fecha-, y éste, finalmente, ocurre. Incluso, el discutido evento del deja vu -donde una persona olvida un sueño, y luego lo “recuerda” al suceder la escena en la vida real, otorgando una sensación intensa de “ésto ya lo viví”-, es parte del intrincado funcionamiento psíquico del ser humano y su percepción de la “realidad”.
Este es el punto que deseamos comprenda el lector: ¿qué entiende por realidad? ¿Qué es la elección?
Hay muchísimas personas que viven creyendo que solo hay una vida, y que todo, absolutamente todo, ya está “escrito”. Otros creen que hay distintas posibilidades, y que, si bien es cierto, existe una suerte de “destino” o “programa” de aprendizaje para el ser humano -el karma, dirían los orientalistas-, existe también un margen de movimiento que puede afectar a ese “programa”. Nos estamos refiriendo al libre albedrío.
Esa capacidad de elección es la clave de las profecías. Pero para modificar el “programa”, es necesario conocerlo…
Es como un técnico de la policía que estudió el mecanismo interno de una bomba para poder desactivarla antes de que estalle. En el mundo de las profecías, ese conocimiento del “mecanismo”, se llama consciencia.
Para nosotros, las profecías podrían ser una advertencia. Y con ello nos referimos a las que hablan de momentos difíciles para el planeta. Tal vez, quien nos hizo llegar esas visiones del “futuro”, trató de alertar a la humanidad para que estuviese atenta a determinados momentos históricos y no se dejase llevar por el miedo, el pesimismo y la incertidumbre. La profecía, pues, podría ser una herramienta para que el hombre mantenga la “consciencia en la acción” en los momentos clave del proceso planetario. El asunto es “leer” la advertencia correctamente. Y a tiempo…
“No creo en las profecías -nos dijo un conocido investigador español cuando le consultamos su opinión-; leí de chico las Centurias de Nostradamus, las profecías de la Gran Pirámide, que marcaban el año 2001, y recientemente todo lo que se publicó sobre los mayas y el 2012, y terminó, como siempre, siendo un timo”.
El mundo de las profecías es muy complejo. Más aún cuando confundimos la fuente con las interpretaciones. Un ejemplo es el caso 2012: pocos oían a la comunidad maya y le daban más crédito a escritores de la new age que hablaban del “fin del mundo” o del salto del planeta a la cuarta dimensión para el 21 de diciembre de ese año. Los descendientes de los mayas -afincados en las selvas de México y Centroamérica, especialmente en Guatemala-, afirman que las profecías son advertencias. Y que el futuro lo “teje” el hombre. El asunto es que los escépticos se quedan muchas veces con las conclusiones de los “interpretadores” y no con el verdadero mensaje de la profecía. Un mensaje que cada cual debe interpretar. Y deseamos que así sea con este libro.
Estamos convencidos que nuestras decisiones en el “presente” pueden afectar el curso de los acontecimientos. Acontecimientos que aún están por venir, pero que por algún extraño fenómeno sensitivos como Benjamín Solari Parravicini describieron con claridad.
Parravicini, como ya dijimos, es eje importante de este libro. De sus psicografías premonitorias parece surgir la figura del Papa Francisco en medio de una crisis enorme en el Vaticano. Al menos, así se deduce de sus “profecías”. Y no solo eso: la crisis de la Iglesia Católica es el inicio de otros eventos no menos perturbadores.
Nosotros -debemos dejarlo en claro-, no pretendemos interpretar esos mensajes. No podemos. Es imposible. Trataremos de acercar al lector las posibles advertencias. Y, cuando amerite, daremos nuestro punto de vista. Pero será el lector quien deberá juzgar por sí mismo. Igual -también hay que decirlo-, muchas de esas profecías no necesitan mayor interpretación… Están allí para quien las quiera “ver” y “escuchar”.
Nota: El libro completo puede ser leído en el sitio web de Scribd.
http://es.scribd.com/doc/238338843/Master-libro-Hombre-Gris-edicio-n-digital